Luis Fernando Torres / Debate presidencial

Columnistas, Opinión

Si el resultado de la pelea se hubiera definido por el peso de los contendores, las 210 libras de Trump eran suficientes para vencer a Biden y sus 170 libras. De la misma manera, si en la talla hubiera estado la diferencia, los 2 metros del Presidente le bastaban para derrotar al retador con 1,83 metros de altura. Por último, si la edad hubiera sido el factor determinante, el más joven, con 74 años de edad, se esperaba que derrotara al más viejo de 78 años. Biden reunía las características del seguro perdedor por peso, talla y edad.  

En política, sin embargo, ni el peso ni la talla ni la edad definen el resultado de un debate, aunque la imagen física es, a veces, un factor determinante. Después del histórico debate entre Nixon y Kennedy, en 1962, el apuesto Kennedy  ganó entre quienes vieron  el programa por televisión, mientras Nixon venció entre aquellos que escucharon por radio.  

Los millones de estadounidenses que vieron el debate presidencial, entre el Presidente Trump y el Senador Biden, no inclinaron la balanza a ninguno de los dos lados. Las invectivas de un lado y otro, no permitieron que se identificara un claro ganador. Los dos septuagenarios se perdieron en la humareda de los insultos.

Trump logró algo, sin haber dado siquiera un golpe en el hígado de su rival. Biden, espontáneamente, anunció que derogará la reforma tributaria aprobada por Trump, bajo el argumento que el recorte de los impuestos beneficia a los ricos. El Presidente le tomó la palabra, anticipándole que la eliminación de esa reforma tendrá consecuencias sobre las clases medias, cuyos miembros tendrán que pagar más impuestos.

De este modo, Biden quedó marcado como el candidato de más impuestos, con el apelativo de socialista, que, en Estados Unidos, es casi una mala palabra, por la connotación que tiene. En efecto, socialista es sinónimo de expoliación del patrimonio de la gente. Inclusive, los izquierdistas evitan que les llamen socialistas. Prefieren ser llamados “liberals”. En todo caso, a un miembro del Partido Demócrata le desfiguran cuando le ubican como socialista o “liberal”. Por ello, el mayor esfuerzo de Biden se orientó a que no lo encasillaran ni como socialista ni como “liberal”.

Por ley, en Ecuador habrá debate presidencial. El tema de los impuestos no determinará el resultado. La economía será un factor fundamental, sin que la corrupción pase inadvertida, entre electores con un estado de ánimo de indignación.

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