¿Los sueños han cambiado?/ John Tello Jara

Columnistas, Opinión


Años atrás, el sueño que teníamos las personas que formábamos un hogar, era tener casa propia, para lo cual nos enfocábamos en diferentes planes, proyectos de orden estatal o privado para cumplir con este cometido.

Recuerdo que la tenencia de las viviendas en el Ecuador en el 2010, correspondía en un 47% a “propia y totalmente pagada”; el 21% lo tenía en calidad de “arrendada”; el 13% prestada o cedida; el 11% lo concebía como regalada, donada, heredada o en calidad de posesión y un 7% lo estaba pagando para pasarla a propia.

Una casa implicaba “estatus”, inversión, (si lo rentábamos obteníamos utilidad por su alquiler), incluso en momento apremiantes de la economía del país cuando teníamos paros, erupciones volcánicas, derrocamientos de gobiernos, devaluaciones monetarias, etc., una de las maneras como podíamos proteger nuestros ahorros, era comprando un inmueble.

Las cosas no varían hoy en día con la particularidad de las características de la vivienda, acorde a la presencia de la pandemia del COVID, las exigencias derivan en casas con ventilación apropiada para respirar aire puro, que las habitaciones cuenten con instalación de internet cuya señal satisfaga a la familia (cónyuges, hijos) y cuartos adecuados a fin de que la comunicación “on line” no perturbe a las personas que habitan bajo el mismo techo.

También la población se enfoca en adquirir viviendas y/o terrenos fuera del área urbana, tanto por seguridad en su habitar, como por la paz, tranquilidad, aire fresco y goce de un ambiente sano, si por los alrededores se ubican paisajes naturales y sitios de caminata, mejor aún.

Pese a encontrarse habitando en zonas alejadas de la ciudad, los pedidos tecnológicos siguen con alta demanda, es decir, ya nos acostumbramos a la lectura, investigación, comunicación, envíos, compras, en su mayoría “on line”.

El mundo sigue su marcha, estamos aprendiendo a convivir con el COVID, la tecnología crece a pasos agigantados, pero el sueño de tener casa propia parece ser una constante para una población que demanda proyectos viables y que financieramente se adapte a sus necesidades. (O)

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