Los incendios forestales y la llama de las protestas / Por Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Las recientes protestas sociales encendieron la llama que provocó verdaderos incendios forestales en Quito, Santiago y La Paz. En la capital ecuatoriana el incendio logró sofocarse, aunque el humo no ha desaparecido. En Santiago de Chile sigue propagándose, al igual que en La Paz.

En el pasado, las protestas sociales no terminaban en incendios forestales. Simplemente despertaban la ira de las víctimas de una medida económica, por unas horas o unos días. Rápidamente la gente pasaba de la ira a la frustración y de ésta a la tristeza. Eran violentas y, a veces, sangrientas, pero no detonaban los peores instintos de las personas. 

En las protestas de ahora, a la ira se suma una energía humana interminable para no retroceder y causar daño a inocentes, con saqueos a comercios, vandalismo y agresiones incalificables.

La inspiración de quienes protestan, y de quienes se infiltran, es diferente a la de antes. Algunos parecen mercenarios sociales. No defienden una causa sino una consigna, con demandas cruzadas.

El Presidente Piñera no logra descifrar lo que acontece en su país y, en especial, en Santiago. Por ello, un día pide perdón y, en otro, cambia el gabinete.

Evo tampoco se da cuenta de la complejidad de la protesta social en su contra. El fraude electoral es una de las justificaciones. Pero existen otras.

Lenin leyó equivocadamente la realidad social del Ecuador. Creyó que la eliminación de los subsidios iba a ser procesada racionalmente por la gente. No vio llegar el incendio forestal que sólo pudo ser sofocado con resignaciones y humillaciones. 

Con lo ocurrido en el Ecuador, durante doce días de paralización e incendios, será difícil que se tomen las medidas correctas para sanear las finanzas públicas y poner en movimiento la economía ecuatoriana. El país está condenado a vivir entre déficits y deudas.

Los incendios forestales comienzan con una pequeña llama y terminan quemando ciudades. Se propagan a gran velocidad. Haberlo apagado en el Ecuador es un logro. Sin embargo, nada asegura que aparezca una nueva llama. (O)

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