Los afectos de las aves van más allá de lo legal

Esta es mi historia

Martha Cobo tuvo que ser separada luego de 37 años de la lorita que le acompañó por 37 años. Espera que no le lleven de Baños al Oriente y así visitarla y evitar que por depresión esta especie muera. (Foto cortesía)

Por 37 años Martha Cobo tuvo la grata compañía de una lora a quien consideró parte de su familia. Solía llevarla consigo a todo lugar hasta que el personal del Ministerio del Ambiente le retiró explicándole que esta especie debe retornar a su hábitat natural.

La preocupación de Martha es que la lora se deprima por no estar junto a su dueña. Comenta que está habituada a pasear, porque jamás ha estado en jaula. Tiene la costumbre de ser alimentada en el pico y nunca ha volado, porque es doméstica. Por las noches dormía cobijada una pequeña bufanda, porque debido a que es un ave de avanzada edad suele resfriarse.

La lora fue apartada de la familia de Martha desde el nueve de mayo de este año. Los miembros de la familia están preocupados por la vida de esta especie, ya que no todos los técnicos y cuidadores del ministerio conocen de los hábitos y cuidados que solía tener cuando vivía en familia.

Para Martha, la lora no es únicamente una compañía, sino uno de los miembros de la familia que necesita atención especializada. La salud de la propietaria se ha deteriorado debido a la preocupación al saber que por el momento la lora está en Baños y a corto plazo será llevada al Oriente a su hábitat, situación que terminará por extinguir las esperanzas de recuperarla.

Aspira que las personas que han tenido animales y aves con quienes estrecharon lazos afectivos puedan unirse a la causa de recuperarlos, sin pasar por sobre la ley, sino que se haga excepciones cuando los animales ya son viejos y requieren mayores cuidados con el propósito de que no se depriman y mueran. (I)

 

 

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