Locura y cordura / Msc.Psc.Phd c. Miguel Guzmán

Columnistas, Opinión

La locura en el contexto científico considerado como esquizofrenia, es probablemente el trastorno mental más desafiante para la comprensión humana y la explicación científica. La propia palabra esquizofrenia ya impresiona. Sugiere de inmediato mente dividida, guarda asociación con la locura, que también tiene su ambivalencia, entre algo admirable, por grande y grandioso, digno de un Quijote, y temible, por lo que suponga de pérdida de la razón y desatino. No es fácil dirimir entre la locura y la cordura, llega también ser complejo diferenciar entre un idiota y un loco, pues el primero “se hace el loco”, y el segundo cumple con un diagnóstico clínico.

La “locura” es una enfermedad compleja, con múltiples manifestaciones, que afecta al individuo en su totalidad,por lo que es lógico plantear su asociación con la personalidad del individuo. Aunque el interés en la relación entre los trastornos de personalidad y la enfermedad mental se remonta a los inicios de la psiquiatría.

Los estudios epidemiológicos han establecido que numerosos factores confieren riesgo de enfermedad mental y por lo tanto de la locura. Muchos de estos actúan durante el período temprano del desarrollo cerebral, pero otros son más comunes durante la adolescencia y la edad adulta. Aun teniendo una base genética, son múltiples los factores que influyen en la aparición de la esquizofrenia, como los biológicos y los de índole psicosocial y ambiental. Sus síntomas van desde los trastornos del pensamiento, percepción, alteraciones emocionales, delirios e incluso la conducta violenta.

Si la locura y la cordura existen, ¿Cómo las reconocemos? Por muy convencidos que estemos personalmente de que seríamos capaces de diferenciar la gente normal (sin enfermedades psiquiátricas) de la gente anormal (con alguna enfermedad psiquiátrica) la evidencia no es sencillamente convincente pero alarmante en cuanto a su proliferación en la salud mental.

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