Las leyes naturales en la medicina natural / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



La Medicina Natural o Ciencia de la Salud, se fundamenta en las Leyes inmutables de la Naturaleza y la primera de ellas es la ley de la evolución, la cual no sólo está presente en lo físico sino también en los planos psicológico, intelectual y espiritual.

Con ella están otros principios fundamentales como la misma ley del amor, principal aliada la evolución pues lo une todo y lo mantiene, permitiendo que la vida se manifieste y ayudando a los seres vivientes a adquirir cotas más elevadas de perfección.

El gran médico Paracelso hablaba de ella cuando decía que era imposible curar a un enfermo sin antes sentir algún aprecio por él.

En segundo lugar, tenemos la ley del mentalismo que tal como lo señala el libro del Kybalión, todo en el universo es mental, por lo que cualquier expresión material esté subordinada a los designios de la mente.

Por ello el cerebro humano cuenta con un enorme potencial de energía vital, que aplicada en casos de enfermedad tiene el poder de curar.

Como tercero tenemos la ley del movimiento o vibración. Todo se mueve nada permanece estático, decía el filósofo griego Heráclito; la naturaleza vibra, la vida es movimiento, la inercia es muerte, así todo aquello que favorezca una superior vibración de la energía vital es positivo para la salud.

En un cuarto apartado está la ley de analogía o correspondencia, que nos enseña que todos los aspectos de la existencia rigen los mismos principios y se muestran de manera análoga en los distintos planos de manifestación. De ahí que, por ejemplo, la forma del sistema solar sea análoga a la de un átomo.

En materia de salud el consabido axioma mente sana en cuerpo sano, cumple esta ley favoreciendo la salud física aquellos pensamientos positivos albergados en la mente e influyendo en el pensamiento el grado de energía vital del organismo.

En quinto lugar, nos encontramos con la ley de causa y efecto, conocida en física como la tercera ley de Newton o principio de acción y reacción. La casualidad no existe y el destino ciego tampoco.

En biología vemos que, por ejemplo, la aplicación de agua fría en el organismo produce una reacción contraria de calor destinada a restablecer el equilibrio, siendo dicho equilibrio siempre la finalidad de esta ley. Es ni más ni menos que la justicia de la Naturaleza.

Existen varias otras leyes, pero todas ellas se enmarcan en la primera que es la de la evolución y comprendiendo mejor esta realidad, podremos también entender el sentido de la salud y la enfermedad como parte de esa armonía natural.

Desde esta perspectiva, la enfermedad es un camino y cualquier dolor que sentimos no es sino un aviso para tomar conciencia del desequilibrio en el cual nos hallamos. Por consiguiente, la enfermedad es una experiencia aleccionadora y como decía Hipócrates, el padre de la medicina, no hay terapéutica más útil que la natural. (O)

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