La vida sedentaria en nuestras ciudades / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

En el momento en que los pueblos dejan de ser nómadas para establecerse de manera definitiva en una localidad determinada, pasan a asumir una forma de vida sedentaria.

Con el crecimiento de las grandes ciudades se ha acentuado aún más un estilo de vida en el que la comodidad tanto como la falta de actividad física, han ido ganando espacio frente a una vida activa y saludablemente recomendada.
Hoy en día es común observar a una buena parte de la población prefiere pasar su tiempo libre sin ocuparse de nada, gastando las horas en la cama o el sofá y seguramente comiendo mientras disfrutan de sus programas favoritos en la televisión.

Pero esta inactividad produce serios problemas de salud que llegan incluso a ser crónicos y que están asociados con estilos de vida sedentarios. Esto debería ser motivo de preocupación por parte de los gobiernos y de la misma ciudadanía, pues según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en el Ecuador y a manera de ejemplo, el 58,2% de la población de 12 años declara no practicar ningún deporte.

Este porcentaje es significativo y seguramente irá en aumento en los próximos años, generando altos niveles de sedentarismo que necesariamente está vinculados con enfermedades cardiovasculares y sobrepeso entre otras afectaciones a la salud.

Los especialistas catalogan a una persona como sedentaria cuando desarrolla menos de tres horas y media de actividad física a la semana. Este tipo de situaciones deben evitarse desde el ámbito individual asumiendo cada uno la responsabilidad sobre su propio cuerpo, pues el ejercicio es una de las acciones protectoras más importantes para prevenir enfermedades principalmente del tipo crónico no trasmisible.

Pero también debe darse acciones desde los gobiernos por sobre todo locales, ya que los estilos de vida sedentarios están estrechamente vinculados a las políticas y la planificación de las urbes.

Es necesario entonces que se desarrollen medidas de movilidad, con el objetivo de crear ciudades que fomenten formas de desplazamiento mediambientalmente sostenibles y más saludables, promoviendo la movilidad peatonal, ciclista así como el transporte público, frente al uso masivo del vehículo privado.

Logrando además que dichos medios sean seguros, convenientes, accesibles, cómodos y agradables, podemos incidir positivamente en la salud y el bienestar de los ciudadanos de todas las edades.

De ahí que la planificación y el transporte deben tener dimensiones de equidad, habilitando mejores opciones públicas a menores costos pero por sobre todo, de calidad.

La planificación urbana debe proponerse metas altas orientadas a que una mayoría de los habitantes realicen viajes a pie, en bicicleta o en transportes masivos.

Para ello es indispensable ampliar los servicios, así como crear condiciones favorables y seguras para estos otros tipos de movilizaciones, incentivando a su vez un uso racional del vehículo liviano y amigable con el medio ambiente.
Esto será posible en la medida que se fortalezca el control del tránsito, pero por sobre todo se promueva la educación vial.

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