LA ORATORIA, UNA EXPRESIÓN DE SÍ MISMO/ Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



El don de la palabra es una cualidad propiamente humana, pues a diferencia de los animales nosotros tenemos la posibilidad de expresar nuestras ideas mediante el habla, lo cual es posible gracias a que poseemos una mente capaz de hacerlo.

Es cierto que algunos animales parecen tener habla, un buen ejemplo de ello son los loros, sin embargo, lo hacen de manera imitativa y sin que esté presente de por medio un razonamiento del cual carecen.

De ahí que la oratoria es aquella capacidad de comunicar un pensamiento además con el uso correcto del lenguaje para llegar con un mensaje hacia quienes nos escuchan.

Hoy en día saber comunicarse es una habilidad muy necesaria, pues debemos ser capaces de expresarnos correctamente en cualquier situación de la vida, en el trabajo, en los estudios, con la familia. En tales circunstancias, el orador se convierte en un puente entre una idea que se trasmite hacia los receptores de ésta.

En todo proceso de comunicación podemos identificar tres elementos: el emisor, el canal y el receptor. Siendo el orador un emisor de mensajes debe trabajar sobre sus propias cualidades para trasmitir con fidelidad sus pensamientos.

En cuanto al canal, es el medio a través del cual se desplaza hacia el receptor el contenido expuesto por el emisor; por ello es fundamental utilizar las palabras más precisas así como evitar distorsiones internas o externas.

El receptor es quien recibe el mensaje y de igual forma deberá evitar distorsionar lo que escucha a fin de entender claramente, además evitar prejuicios que hace que una idea se mal comprendida.

En general un orador debe hablar claro, despacio, respirando y también hacerlo de manera armoniosa y bella. Al contrario de lo que hoy vemos, un lenguaje vulgar jamás podrá describir nítidamente una idea, simplemente llegará a las emociones más básicas de sus oyentes. De ahí que cabe evitar palabras vacías en cualquier exposición.

La oratoria es la expresión de uno mismo porque para hablar de manera adecuada sobre algo, es indispensable conocer sobre el tema y tenerlo interiorizado a fin de identificar una idea principal a ser comunicada, junto a otras secundarias que sirvan de soporte para una mejor comprensión.

De ahí que el primer paso para ser un buen orador es tener algo que decir para lo cual hace falta alimentar sus ideas hasta transformarlas en auténticas convicciones, pues como señala el filósofo Platón “nadie da lo que no tiene.”

La oratoria es todo un arte y las grandes escuelas de las que han surgido oradores notables a lo largo de la historia, las cuales estuvieron siempre relacionadas a escuelas de filosofía donde se aprendía a desarrollar las cualidades propias y superar las limitaciones individuales. El orador debe aprender a superar sus miedos, mantener una lógica en su exposición y poner la emoción cuando sea necesario. De ahí que saber expresarse correctamente es una habilidad que se sustenta en nuestra parte más interna.                                                                                                       

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