La influencia electromagnética / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

Creo trascendente entender la importancia de nuestra bioelectricidad, su regulación y restauración electromagnética vía estimulación transcutánea (que es lo que hace Acupuntura) con el fin de normalizar las funciones orgánicas de nuestro cuerpo y mantenernos en salud que es un concepto y una palabra que lo exigimos pero que no co-participamos en su conservación. Gracias a esa realidad transpersonal que genera interacción de la búsqueda del conocimiento, en una tarea común, de nuestros cerebros, se me ocurre puntualizar un tema tan interesante, como es, la bioelectricidad, el electromagnetismo y la salud humana. Moray mencionaba que: «En última instancia, todas las cosas son de naturaleza eléctrica, podríamos suponer sin temor a contradecirnos que todo se reduce a frecuencias vibratorias» Corelli decía: «La electricidad lo es todo y todo es electricidad.» Bellokossy recordaba que: La vida es una infinita e inteligente interacción de energías electromagnéticas transportadas por sustancias químicas. Toda forma de vida existimos y respondemos al campo magnético de la Tierra.

En los seres humanos en particular, son frecuentes las manifestaciones eléctricas que se valoran con fines diagnósticos, así, electrocardiograma, electroencefalograma, electromiograma y electrorretinograma, entre otros. La Tierra se encuentra rodeada de un campo magnético de un valor promedio de 500 mG y con esporádicas tormentas magnéticas de origen solar que pueden alcanzar 50 mG. Por tanto, los seres vivientes han estado sometidos por millones de años a influencias magnéticas de origen natural.

Sin embargo, producto del desarrollo tecnológico de la humanidad, desde el descubrimiento de la energía eléctrica y las telecomunicaciones se empezó a poblar nuestro planeta de muy diversas ondas pertenecientes al espectro electromagnético, entre ellas los llamados campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja debido a la electricidad alterna y otras de mucho mayor frecuencia como las ondas de radio, televisión y radar. Por tanto, los seres vivientes estamos expuestos a gran variedad de ondas. Todo cuerpo cargado eléctricamente tiene en su alrededor inmediato un área dónde es posible detectar su influencia que se llama «campo eléctrico». Dondequiera que haya corriente, necesariamente habrá un campo magnético en los alrededores. Esto incluye todo sistema eléctrico, desde las plantas generadoras, subestaciones elevadoras, líneas de transmisión, transformadores, líneas primarias y secundarias, hasta el aparato que utilice la corriente: horno, cocina, TV, radios, plancha, computadora, etc.

Cuando la persona se expone a un campo electromagnético excesivo, se inducen corrientes de circuitos cerrados y perpendiculares a la dirección del campo. Son imperceptibles y están por debajo de los flujos eléctricos asociados a la conducción nerviosa, la contracción muscular, la actividad cardíaca y casi toda función enzimática y neuroquímica, fenómenos que constantemente acompañan al cuerpo humano, generando un aumento de fallas funcionales de nuestro organismo. La conducción electromagnética corporal se altera también por fenómenos emocionales negativos y nuestro estilo de vida colmado de malos hábitos, vicios e intoxicaciones. (O)

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