La escuelita Rural / Washington Montaño Correa

Columnistas, Opinión

El Chevrolet rodeo, nuevito, de la Dirección de Educación sube la pendiente del camino a la escuela del Sabañag en Quero, llueve y hace un frío que cala los huesos; el paisaje y el día son tristes. Observamos por el camino a los agricultores en sus faenas, trabajando con la lluvia encima, ven el carro y levantan la mano en señal de saludo, el chofer pita para responderles; hay lodo en la última subida y llegamos a una explanada natural en donde se levanta la escuela unidocente de estructurar prefabricada.

La primera impresión la tenemos cuando al bajar del vehículo, observamos a niños y niñas de diferentes edades y estaturas, alrededor del alero que forma el techo de la única aula que tiene la escuela, se protegen de la lluvia, que comienza a amainar, aunque el frío sea tremendo. Todos visten multicolores ropas, humildes nos sonríen y saludan con un ¡buenos días! en coro.

Se acercan con cierto recelo, los más pequeñitos son más curiosos que los grandes, sus caras se ven rojitas por el frío, dan la mano y preguntan ¿buscan a la señorita …..? No ha venido responden ellos mismos y los más grandes acotan “dicen que está en el centro (de Quero) haciendo el pei y que ya va a subir” lo último tiene una inflexión como de justificación y defensa de su maestra, es que en el fondo de todo la quieren, porque a la hora que llegamos, más allá de las nueve de la mañana, ellos la estaban esperando

El día avanza y “de a poquito” dicen, va a salir el sol; demoroso es, pero si sale y ahí sí calientitos jugamos futbol en la pampa. Inocentes, libres, originales, espontáneos: ¿quiere que vaya a traer la llave? Donde el Presidente (de la comunidad) sabe estar, les decimos que no.

La segunda impresión, es más personal, casi un mea culpa por esta falta de la maestra; porque ante tanta energía se desperdicia por la negligencia de la funcionaria. ¿sabrá que la quieren, que sea lo que sea la defienden. No falta la señorita, si nos enseña, buena es con nosotros, dicen los pequeñitos. Hablan apresurados, procurando que les escuchemos, seguramente, porque presienten que nuestra visita no es de cortesía, ya que están varios funcionarios de educación y no es usual, semejante romería a una escuela tan alejada.  

Como de regreso, debemos pasar por el centro de Quero, buscaremos a la maestra, porque nos dieron el santo y seña en donde la podemos encontrar “segurito” en el cyber café ….que tiene buenas computadoras y el internet es mejor, no orientan y se retiran seguros de la labor cumplida.

El regreso más conversado, el día menos frío y el ambiente entre nosotros más animado, aunque ronda la frustración y el enojo por la ausencia de la profesora, que todos sentimos, pero pocos desean comentar; mejor tema de conversación la generan los niños con sus actitudes cariñosas y su inocencia como para fotografía.

Como lo dijeron, allí estaba la maestra, elaborando su pei, sola con sus preocupaciones y con susto al saber que la buscábamos. Ni relatar su odisea para llegar y su esmerada justificación. No me quedó más que decirle, gracias por quererles a esos niños, no se olvide nunca que siempre le esperan, no falte.


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