GRATITUD / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión

Hay seres vivos que se van de nuestras vidas de un momento a otro, con paso firme y sin mirar atrás, pero nos dejan huellas profundas, bonitos recuerdos y sabias enseñanzas. Pasaron en nuestras vidas 2 meses, 3 años, 12 años, 30 años, toda una vida; pero se fueron sin darnos la oportunidad de agradecerles todo lo vivido y lo que nos enseñaron.

Ese sentimiento de valoración y estima de un bien recibido, sea espiritual, enseñanza o material, el cual se expresa en un deseo voluntario de correspondencia a través de las palabras: pay, gracias, dios le pague, hasta siempre o a través de un gesto.

Cuando se le agradece a un otro por el beneficio o aporte que él ha otorgado, esa gratitud implica un doble reconocimiento: el reconocimiento de la acción concreta que reporta el beneficio recibido y el reconocimiento a quien lo realizó; no es obligatorio, pero es un acto de nobleza.

El agradecimiento sería algo así como el gel lubricante que permite el movimiento armónico sin fricciones ni resentimientos de los engranajes de la maquinaria del intercambio bio-psico-social.

La gratitud en un sistema consumista se limita a una suerte de acuse de recibo de lo que ha sido dado y se mide exclusivamente en función de la ventaja reportada por lo recibido. Ello es así porque, bajo esta perspectiva, se considera que el dar algo a quien responde el agradecimiento no contiene gratuidad alguna, sino que o bien está enteramente determinado por el autointerés del benefactor ocasional o bien es una actuar definido por la obligación de otorgarle a alguien lo que, de todos modos, le corresponde.

Es necesario dar gracias por todo en la vida, por lo bueno, por lo malo, por lo triste, por lo alegre, por lo lamentable, dar gracias por todo, aun por lo no tan bueno, resulta ser una lección de vida y de aprendizaje de la que puedes sacar grandes resultados.

Entonces gracias a mis abuelos, a mis padres, a mi familia, a mi michu, a mi chiqui, al vecino gruñón, a mis suegros, a mi médico de cabecera, a mi tóxico, a mi amiga, a mis alumnos, a mis enemigos, a la naturaleza, a Dios, a la Pachamama.

Gracias a los que se fueron y nos dejaron huellas de amor, desprecio, odio o nos lastimaron, gracias todos nos dieron una lección de vivir. Hasta siempre.

No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió. Gabriel García Márquez.

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