Esperanza que se pierde / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

“Perded cuantos entráis toda esperanza”, es la frase que aparece en el dintel de la puerta del Infierno, según Dante en el Canto III de la Divina Comedia. Quien cruza esa puerta se queda sin esperanza, sin luz, sólo expuesto a las tinieblas, a la resignación de la condena y la pérdida de su esencia.

Los procesos penales suelen ser las puertas de la tragedia, de ese Infierno en el que se pierde la libertad, la dignidad y la esperanza de la absolución. Una vez allí lo único que puede esperar el procesado es que se corte la energía antes de que se encienda la silla eléctrica de la condena y el oprobio.

El reciente escándalo del Gran Padrino ha abierto las puertas del Infierno político y procesal, por lo pronto, para Luque, Chérrez y Carrera, a tal punto que el propio Presidente de la República ha ordenado que se ubique a los dos primeros, es decir, a Luque y a Chérrez, para que sean investigados en el Ecuador. La mayoría de involucrados en el escándalo ya ha cruzado las puertas y, por ello, ha perdido toda posibilidad de redención. Lo que les espera, a esos seres sin esperanza,  es el avance de sus pasos por los diferentes círculos del Infierno hasta llegar al de los obsesionados con el dinero público.

La Fiscalía ha iniciado una investigación. La Asamblea ha constituido una comisión especial de fiscalización sobre el Gran Padrino. Antiguos aliados y algunos serviles del poder de turno se han transformado en ardientes críticos del opaco manejo de las empresas públicas. El propio Presidente ha relevado a los gerentes de esas empresas y se ha comprometido a entregar toda la información. Los denunciantes del periódico digital La Posta han seguido alimentado con más denuncias tanto a la Fiscalía como a la opinión pública.

El pequeño copo de nieve, de la primera denuncia, se ha convertido, en menos de una semana, en una inmensa bola de nieve que rueda por la pendiente. Por ahora, no se ve que exista poder humano o político que pueda detenerla o desviarla. Mientras más crece y más veloz corre, seguramente arrastrará por la puerta del Infierno a aquellos que todavía mantienen viva la esperanza que serán redimidos en lo político y en lo judicial después de haber cometido el pecado mortal de aprovecharse de las empresas públicas.

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