Escándalo en la Asamblea /Editorial

Editorial, Opinión

 

En los últimos días se ha levantado el avispero de comentarios, de rumores y de denuncias en la Asamblea Nacional, en torno a un hecho que, por principio, es repudiable, rechazado e investigado, con serenidad, sin prejuicios ni odiosidades, para establecer responsabilidades y determinar sanciones si los casos ameritaran.

Se ha sostenido que existen asambleístas que han exigido el pago de coimas a los empleados que trabajan para ellos, que de los sueldos que reciben  entregan altos porcentajes  con diferentes pretextos y argumentos.  Varios empleados y ex empleados han formulado denuncias con datos determinados y cantidades concretas.

Lo que también resulta criticable es que los pocos asambleístas que han receptado las denuncias hayan tenido la ligereza de generalizar las presuntas incorrecciones a todos los asambleístas, con el deseo de adquirir notoriedad, sin tomar en cuenta que escupen al cielo. Con esta actitud lo que se ha logrado, en gran medida, es desprestigiar  la Asamblea tanto a nivel interno como hacia el mundo exterior.

Muchos ciudadanos consideran que las denuncias formuladas, previamente, debieron estar sustentadas y con respaldo probatorio suficiente.  Bien puede ser que se trate de resentimientos o de odiosidades personales o que detrás de los denunciantes se encuentren políticos interesados en hacer daño.

Está bien que las denuncias sean tramitadas en la Fiscalía sin aspavientos y sin afanes de notoriedad. Que esta Institución establezca responsabilidades y, si encuentra elementos suficientes de convicción, solicite la sanción respectiva, previo el cumplimiento de los requisitos legales.  (O)

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