Enfrentando la peste bubónica: “Veinte centavos por rata” / Jéssica Torres Lescano

Columnistas, Opinión

El Periódico local Crónica del año 1939 publicaba en sus páginas: “VEINTE CENTAVOS POR RATA, no arroje las ratas a la calle, la Sanidad le paga 0,20 centavos por cada una” (Crónica 1939). Este hallazgo documental —en el año 2015 que realizaba la tesis de maestría— no pasó desapercibido. ¿Por qué la Sanidad llegaba al punto de pagar a las y los ciudadanos por depositar las ratas en un solo lugar? Esta propuesta por demás creativa y estimulante que el gobierno local aplicó con los pobladores tenía como finalidad evitar un brote de peste bubónica o peste negra. En este contexto, ¿cómo saber que, en el año 2020, un panorama similar sería una realidad y no una posibilidad lejana? ¿Quién iba a pensar que años más tarde una pandemia causada por el coronavirus sería motivo para aislarnos de nuestros seres queridos?

En 1928 el médico baneño Pablo Arturo Suárez Varela publicó un boletín sobre la peste negra en el Ecuador. Este documento escrito como parte de un acuerdo de la Primera Conferencia de Directores de Sanidad realizada en Washington en 1926 recomendaba establecer oficinas de vigilancia de ratas y pulgas en los países americanos. La peste bubónica era de fácil propagación. El ferrocarril de Guayaquil a Quito constituía un medio para que las ratas se transporten desde el puerto hacia varios lugares del país. En una foto publicada en el periódico El Comercio se puede constatar que este problema persistía en Guayaquil hacia mediados del siglo XX.  

Según el informe, en Ambato también se produjeron crisis de peste bubónica, y en el año 1926 se desbordaron los casos. En Guayaquil el punto más alto de contagio fue en 1909 con 903 casos y 320 defunciones. ¿Todo este pequeño recuento para qué? Si se revisa la Historia desde una temporalidad de larga duración, será más evidente que eventos trágicos han sido parte de la vida del ser humano. Y en medio de la desolación la población se solidariza y se une en comunidad. Quizás este sea el momento de repensarnos, reconstruir, sanar y replanificar formas de vida. Y si viene otra crisis nos atrape pensando en colectividad. El mundo tal como lo conocíamos ya cambió, debemos transformarnos con él. (O)

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