En Salasaca celebraron la fuerza y el liderazgo

Interculturalidad
Mariano Caizabanda entregó el azadón, soga y la  hoz al pequeño Pacha. (Foto El Heraldo)

No hubo ni el sonido de los tambores ni del pingullo, pero tampoco se dejó de recordar el 21 de diciembre  que es una fecha dedicada a la continuidad de las destrezas artesanales y agrícolas. En la Plaza de las Artes de Salasaca, pocos estuvieron convocados al ritual de la Navidad andina o Kapak Raymi. Salasaca es parroquia de Pelileo y en el 2018 fue nombrado Pueblo Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional por mantener sus costumbres y raíces  pese a los cambios de los tiempos.

Marcelo Caizabanda, del Departamento de Cultura del Gobierno Parroquial explicó que el Kapak Raymi que es la cuarta celebración andina más importante del año y se realiza el 21 de diciembre como parte del solsticio de invierno, era la que se practicaba desde la época de los incas donde celebraban la masculinidad, la fuerza y el liderazgo. 

Mientras que la Navidad fue impuesta con la llegada de los españoles. “Pero ambas tienen una similitud y por eso se dice que el 21 celebramos la Navidad Andina donde los ancianos y sabios comparten sus dones sobre los conocimientos y sabiduría ancestral para que los niños sigan la continuidad de las tradiciones y el trabajo.

“Es el tiempo de la germinación de las plantas y aquello también representa el  despertar de los niños a adolescentes. Los yachacs y los adultos mayores encabezan ceremonias de gratitud y entrega de kamaris a niños de entre cinco a diez años para que puedan continuar con  las siembras y el arte del hilado”, manifestó Marcelo Caisabanda.

El ritual fue dirigido por la sabia Gloria Chiliquinga quien explicó a los asistentes, entre ellos el acalde Leonardo Maroto, sobre la importancia de agradecer a los 4 elementos como son: tierra, fuego, aire y agua y a los volcanes y cerros sagrados (Chimborazo, Tungurahua y Teligote), por la germinación que permitirá obtener las cosechas para el año nuevo.

Después del ritual en medio de la plaza donde se decoró el centro ceremonial con frutas, flores y las herramientas principales de trabajo de los artesanos y agricultores, se entregaron los regalos a los niños.

Los niños y niñas recibieron sus obsequios. Mariano Caizabanda, padre del prefecto de Tungurahua Manuel Caizabanda, fue el primero en entregar sus dones al pequeño Pacha. El niño de cinco años de edad recibió el azadón para que aprenda a arar la tierra, la soga para cargar los alimentos y animales y la hoz para cortar la hierba. “Antiguamente, en el tiempo del Cusco, no se daban caramelos, estos eran los regalos que se obsequiaban a la generación”, sostuvo Caizabanda. (I)

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