El Tercer Actor / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

La pupila joven, aquella que no ha tenido oportunidad de sentir en carne propia los impactos y desaciertos del ejercicio del poder -zurdo o diestro- en las últimas dos décadas; y, tan solo ha sido muda testigo, cuando no, partícipe tangencial o referencial a través del esfuerzo paterno realizado; está hoy enfrentada a tomar una decisión por el futuro. 

El cambio de la clase política, es lo que comúnmente pregona el segmento social en cuestión, y se moviliza -como ya pasó en Chile- y ahora en Colombia, y más atrás en otros países, enceguecida hacia la izquierda, bajo el supuesto de alcanzar el progreso atado a las historias de míticos personajes a los que nunca conoció, aunque de cuando en vez, los luce en playeras, camisetas, t-shirt e incluso tatuajes.

El grupo excluye del “análisis” en que fundamenta sus preferencias, a las pertenencias políticas y actuaciones previas del candidato “rojo-sangre” que encabeza las encuestas, por ejemplo. Y esta posición tiende a generalizarse, amén de los bajones de apoyo a niveles preocupantes que han sufrido otros líderes de esa y otras tendencias en la región. 

Es, como hace tiempo, seguramente la expresión de un modismo asumido por imitación, por snob, o por necesidad de ubicación y proyección, bajo el entendido de que “El hombre se expresa para llegar a los demás, para salir del cautiverio de su soledad” como refiere Sábato en ‘La Resistencia’.

Cualquiera fuere la razón que le mueve, esa pupila joven, intenta ver más allá de las simples estructuras políticas y de las maquinarias electorales, pensando y apostando a soluciones largamente acariciadas para sus demandas no atendidas o ignoradas. 

Pero, lo que no puede advertir en esa línea de posicionamiento anticipado a la desesperación, es la luz al final del túnel, que, en casos ciertos han significado portazos en la nariz que han desencadenado eventos frustrantes y afecciones irreparables en la confianza.

Basta mirar un poco al sur y al norte, para recuperar ese momento en la memoria y actualizar la referencia. 

Si, el joven elector tiene la ocasión de así hacerlo, podrá evaluar de mejor forma la trascendencia de su pronunciamiento y la fuerza que tendrá o no, su decisión, de cara a alcanzar respuestas o lamentos. 

Desde el “centro del equilibrio”, difícilmente se puede llegar a advertir esa realidad, porque se está cubierto de una bruma ocular, auditiva y funcional. 

Cuando somos sensibles y nuestra piel expuesta y permeable recibe esos imputs informativos, genera la inquietud importante para acometer en la verificación o comprobación de verdades para soportar nuevas posturas e impulsar modificaciones. Entonces, aún siendo parte del engranaje de producción y consumo, nos acercamos y convertimos en agentes de cambio, no obstante estar inmersos en la masificación y abriendo espacios en una globalización que nos ha obligado hasta a clonar el miedo, para fortalecer el corazón y agrandar la vida.

A esta altura de las cosas, el grupo juvenil “motor del salto” no puede de ninguna manera dejar de considerar todas las opciones y, entre estas, no olvidar a la generación que sustentó su aparecimiento y sustentación en el espacio y en el tiempo. 

¡No sería justo!

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