El sector público está herido / Juan Diego Valdivieso Rowland

Columnistas, Opinión

Basta revisar las redes sociales, Twitter principalmente, para enterarse de las atrocidades que se cometen a diario en las decenas de instituciones públicas del Ecuador en cuanto a “atención al usuario” se refiere. Hablo de la pésima atención que se da a los ciudadanos cuando por necesidad u obligación, requieren algún documento o servicio del sector público.

Obviamente es muy distinto cuando uno vive en carne propia la mala atención y no es solo testigo de las quejas y testimonios ciudadanos en las redes sociales. Las principales instituciones involucradas en la mala atención incluyen al Registro Civil, al Servicio de Rentas Internas (SRI), al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), ministerios, Agencia Nacional de Tránsito (ANT), Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) y Banco del Pacífico, solo por nombrar algunas.

A este servidor le tocó padecer en el Registro Civil de Ambato la anterior semana cuando tenía un turno para renovación de cédula a las 14h00 del jueves 10 de junio. Al acudir a la agencia Ambato, me encontré con una aglomeración de personas que preguntaban, un tanto aturdidos como yo, sobre las razones por las que nos impedían ingresar. La respuesta de los guardias y funcionarios fue la misma que se escucha de Rumichaca a Macará y de Manta a Nuevo Rocafuerte cuando uno necesita hacer un trámite: “No hay sistema”.

Ese es el lema nacional en cualquier institución, incluso privada. Es inconcebible que en pleno siglo XXI, el de la revolución tecnológica, se ponga este pretexto que hace perder tiempo, dinero y paciencia. La lentitud en los trámites los vuelve engorrosos, obsoletos y a veces inútiles.

La pandemia del Covid-19 ha ralentizado los trámites a tal punto que obtener una cita para renovar la licencia de conducir significa hasta 6 meses de espera, cuando antes no demoraba más de unos pocos días o semanas.

Sin embargo, ya ha pasado tiempo suficiente para que los trámites represados se hayan puesto al día y los miles de usuarios seamos tratados de mejor manera. Debemos cuestionar el por qué las instituciones públicas insisten con la mala atención; la desinformación; la falta de transparencia; la discrecionalidad; y la corrupción, debido a que nuevamente hay tramitadores y viejas prácticas que fueron desterradas en el gobierno de Rafael Correa, ya que en esa época las instituciones públicas funcionaban como reloj suizo, si algo podemos destacar del correísmo.

También quiero cuestionar a la administración previa, de Lenín Moreno, así como a la actual, de Guillermo Lasso, sobre por qué insisten en dejar al sector público herido de muerte. ¿Será que con la destrucción del sector público pretenden justificar concesiones de los servicios públicos?

Piensa mal y acertarás. Mientras tanto, a vigilar y cuidar lo público. (O)

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