El pesebre en la sociedad de consumo / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión


Las compras son el eje económico de la Navidad en la sociedad de consumo. No hay problema que la gente compre y que otros vendan en la época navideña. Después de todo, de ese modo se mueve la economía. 

La Navidad pierde su verdadero sentido cuando los creyentes solamente dedican sus energías a comprar y vender. 

El Papa Francisco, en su última Carta Apostólica, traza el camino para que, desde el Pesebre, se comprenda la dimensión central de la Navidad. José, María, Jesús, los pastores y los animales del establo constituyen el núcleo vital de la Navidad. Transmiten la vida que fluye con la familia unida, en medio del amor y los más sublimes afectos. 

La sencillez y humildad que se transmiten desde el Pesebre son el más potente antídoto para el consumismo.  

El Árbol navideño es también un componente del hermoso cuadro de diciembre. Sin embargo, no encierra la trascendencia del Pesebre. Recién a mediados de siglo XIX , el árbol, de origen nórdico, apareció, en España, en los arreglos navideños. Al Ecuador llegó más tarde. 

La iconografía de los pesebres varía de país a país y de cultura a cultura. En esa diversidad reside la gran riqueza del Pesebre, en el que nunca faltan, eso si, los padres y el niño. 

El espíritu navideño , de vertiente cristiana, está perdiéndose en países como Inglaterra, donde el 50% de la población se declara agnóstico, el 25% ateo, y tan solo el 25% restante se declara mayoritariamente católico y cristiano. En Alemania y Francia la situación es parecida. En España todavía existen más católicos y cristianos que en esos países europeos. Algo más de 6 millones de españoles van a misa cada domingo, y el 60% de la población se declara creyente. 

En Estados Unidos y en América Latina, el porcentaje de la población, que se dice creyente, supera, fácilmente, el 80%. 

Ello explica porqué, en Ecuador, los pesebres no han dejado de ser la razón misma de la Navidad, acompañados de novenas y villancicos propios de nuestra tierra, como el “Dulce Jesús mío” .

Mientras la frenética actividad de compras y regalos no despoje a los ecuatorianos de las señales que transmite el Pesebre, la Navidad servirá para afianzar la fe y valorar la unidad de la familia.(O)

Deja una respuesta