El orden ético o político en confucio / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

La preocupación sobre la ética ha sido un elemento constante a lo largo de la historia de la humanidad, pues si bien han existidos épocas en las que los principios y valores marcaron formas positivas de vida, también se han dado momentos de franca obscuridad.
El comportamiento moral y sus sustentos éticos no pueden ser vistos como algo teórico o de conveniencia del momento sino como aquellos parámetros de vida que guían el comportamiento de todo ser humano.

Reflexiones de esta naturaleza han estado siempre presentes a través de hombres y mujeres notables, verdaderos sabios que marcaron la historia gracias a su claridad de pensamiento y forma de vida, pues a través de su ejemplo se han educado millones y millones de personas en el mundo entero.

Uno de estos personajes fue el filósofo y político Kung Fu Tse (551 a. C. – 479 a. C), conocido en occidente como Confucio. Funcionario de gobierno durante casi toda su vida en su país natal China, tuvo entre sus grandes inquietudes los temas de la ética y la política.

Su reflexión parte del hecho de que una sociedad no es sino un conjunto de individuos que se reúnen con un objetivo común. Por tanto, su comportamiento no será otro que el de sus integrantes, por lo que si un pueblo es corrupto es porque quienes lo conforman también lo son.

Es decir que los valores y principios que guían las acciones de una persona serán los mismos que guíen al de una nación, de ahí que para este filósofo “el orden Político es el fruto de un orden Ético”, lo cual significa que ética y política son sinónimos pues la primera se aplica a nivel individual y la otra, en el orden social.

Por ello insistía además que quienes pretendiesen gobernar a un país, deban ante todo saber dirigirse a sí mismos, recomendando que: “quien quiera gobernar un Estado debe saber gobernar una Provincia, que quien quiera gobernar una Provincia debe saber gobernar una ciudad, quien quiera gobernar una ciudad debe saber gobernar su familia, y que quien quiera gobernar a su familia debe saber gobernarse a sí mismo”.

El Confucianismo busca la armonía social partiendo de la esfera individual, para lograr la fraternidad y la concordia entre los ciudadanos. Un elemento esencial en todo esto es el propio gobernante y su carácter, pues: “si es bondadoso y tolerante así será su liderazgo, pero si es caprichoso e intolerante ese será el estilo de su gobierno”.

Al describirlo dice que “debe ser un hombre amable y gentil, de altos principios morales, que ama el estudio y el trabajo, que es sereno, perfectamente flexible, tiene la cualidad de ‘saber estar’ en cada situación, y comprende que el ejemplo ejerce una gran influencia sobre la sociedad en general. Se siente cómodo en la vida, aunque trabajará por mejorarla, y tiene un cierto desprecio por la mera vida lujosa”.

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