El Ecuador que debemos conocer: Una carretera bordeada de montañas y abismos / Luis Alfredo Silva Zambrano.

Columnistas, Opinión

Todos los años, acudimos a La Ciudad de Santo Domingo, donde se reúne toda la familia para celebrar La Navidad, en forma tradicional; cantar villancicos, leer la parte pertinente de La Biblia, dar un pensamiento cada integrante, intercambiar regalos y cenar un rico costillar de chancho, al horno.

Para ir a Santo Domingo, transitamos por una de las carreteras bordeada de montañas y abismos; es la que une, la parroquia de Aloag, del Cantón Mejía, de la provincia de Pichincha, con La Ciudad de Santo Domingo, capital de La Provincia de Santo Domingo de Los Tsáchilas.

Se inicia con un breve ascenso, que facilita observar el horizonte andino, compuesto de hermosas montañas: Pasochoa, Atacazo, Corazón, entre otras. A siete kilómetros de Aloag, se desciende, siguiendo una sinuosa vía, rodeada de una abundante vegetación natural, siempre verde e impresionante.

Mediante amplias y estrechas curvas, que se abren entre montañas y abismos, se llega al sector pedregoso de Tatatambo, donde esta puesto el nombre de Don Antonio Granda Centeno, constructor de la carretera, para que las futuras generaciones, sepan quien dirigió, esa grandiosa y espectacular obra de ingeniería. Actualmente, la carretera es de cuatro carriles, en algunos tramos, con vallas de seguridad, en determinados sitios. Al final del descenso, se encuentra la población de Tandapi; pueblo muy activo, debido al intenso trafico, especialmente, de vehículos pesados.

La carretera continua, paralelamente al río Pilatón, luego de algunos kilómetros de recorrido, se admira el gran caudal del rio Napa, que baja dando varios saltos, para originar una espectacular cascada. Mas adelante, se cruza el río Toachi, que recibe como afluente al río Pilatón.

Un breve recorrido, y se llega a La Provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, el primer pueblo que se atraviesa, es Alluriquín; «La Parroquia Mas Dulce del Ecuador», por la hospitalidad de su gente, y porque se elaboran: alfeñiques, melcochas, sabrosos dulces y otras golosinas.

Luego se pasa el colorido recinto «El Paraíso»; donde la vegetación muestra, pequeños bosques de caña guadua, que resaltan en medio de una llamativa flora, de intenso y atractivo verdor.

Son dos horas, de un emocionante viaje, donde se admira hermosos paisajes de la mágica naturaleza; del Ecuador que debemos conocer

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