El doble juego del poder / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Los nazis eran los maestros del doble juego. Detrás de su discurso visceral se escondía una extraña habilidad para engañar, amagar y persuadir. Poco antes de la invasión a Austria, el legendario ministro inglés, Lord Halifax, a finales de 1937, visitó Alemania y retornó a Inglaterra convencido que Hitler no planificaba la ocupación del territorio austriaco. Eric Vuillard en su obra, El Orden del Día, dice que Halifax estuvo tan obnubilado que ni siquiera reparó en la chaqueta de cuero que lucía Goring ni en el puñal que llevaba al cinto. 

A quienes estaban lejos, como los ingleses, les confundían, inclusive, con noticias falsas. El objetivo era distraerlos. A los que estaban cerca les ordenaban. El Primer Ministro austriaco fue conducido a la residencia de descanso de Hitler cerca de Salzburgo, el Berghof, en febrero de 1938, para que firmara un documento por el cual se nombraba a un nazi austriaco como Ministro del Interior y Austria iniciaba su incorporación al Reich. El gobernante austriaco evadió la firma con un argumento jurídico. Aprovechando sus conocimientos del derecho constitucional le dijo al Fuhrer que no estaba dentro de sus competencias adoptar esas decisiones, por lo que su firma de nada serviría.

La habilidad jurídica le sirvió para regresar e informar al Presidente de Austria lo ocurrido, mientras Hitler movilizaba sus fuerzas militares con destino a Viena. El 12 de marzo de 1938 ingresó a Viena, en medio de aplausos, y colocó un gobierno servil.

Cuando Halifax y los suyos repudiaron la invasión, ya fue demasiado tarde. Hitler había ampliado su “espacio vital”. En 1933 ya había engañado a los alemanes y, después de un triunfo por mínimos, se hizo nombrar Canciller por el propio Mariscal Hindenburg. Engañar era una de sus especialidades.

La cara amable y el discurso generalista de algunos candidatos presidenciales ecuatorianos esconden sus reales intenciones. Los ingenuos y desinformados caen fácilmente en la trampa. Creen que no subirán los impuestos los autores del impuesto a la plusvalía inmobiliaria. Creen que fortalecerán la dolarización los mismos que pulverizaron las reservas del Banco Central y promovieron el dinero electrónico.

Pocos advierten que Chávez les engañó a los venezolanos en 1989 prometiéndoles un cambio con libertades, que el gran camarada Petro les tiene a los colombianos convencidos que no es socialista y peor comunista y que, en Ecuador, en la segunda vuelta del 2007, el ganador pasó del 22% de votos, de la primera vuelta, a casi 50%, con un discurso incluyente y amable colmado de engaños.

En la actual campaña electoral presidencial están cosechando adhesiones los más diestros en ocultar sus verdaderas intenciones. (O)

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