El corrupto eres tú (2) / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Comenzaba mi columna de la semana pasada señalando que el Ecuador está prostituido de corrupción, cinismo y desvergüenza. Hoy lo vuelvo a hacer porque cuando creemos que hemos tocado fondo, seguimos descubriendo más abusos y pudrición en el manejo de la cosa pública al punto de imaginar, mientras caemos, que tal vez no hay fondo.

Decía también que la culpa es nuestra al permitir que nos gobiernen los más descalificados -en todo sentido-, lo cual quedó sustentado en la disyuntiva de aquella metáfora socratiana de la elección del capitán de un barco en la que Sócrates nos plantea si debía hacerlo gente educada y erudita en navegación, o cualquier persona, tal como ahora ejercemos en democracia. La ignorancia de la gente que vota puede hacer que el barco zozobre, decía el sabio hace 2400 años, y no se equivocó.

Pero el filósofo no criticó duramente la democracia sólo por aquello, lo hizo también porque producto de la ignorancia de los votantes, éstos son muy proclives a dejarse influenciar por la demagogia y el populismo. Le explico con la siguiente metáfora usada por el mismo Sócrates: imaginemos, dice el filósofo, un debate electoral en el que un candidato sea muy similar, por ejemplo, a un doctor (formal, recto y educado) y el otro candidato sea igual de carismático que un vendedor de dulces. Este último hará creer al público (votantes) que el doctor es malo porque sus prácticas a veces son dolorosas. “Miren esta persona, dirá el vendedor de dulces refiriéndose al doctor, ha realizado muchos males en ustedes, les causa dolores, les da pociones amargas y les prohíbe que coman o beban cualquier cosa que quieran, nunca les servirá festines de muchas y variadas cosas apetecibles, como yo lo haré”

¿Cree usted que el doctor podrá responder a eso de manera efectiva y justa? Si es así, el doctor debería decir: “Sí, efectivamente, te causo problema y voy en contra de tus deseos porque quiero ayudarte”, lo cual, claro, causaría escándalo y rechazo entre los votantes. Al final, el doctor no podrá defenderse en el debate con los argumentos de la razón y la sana lógica, por lo que ganaría el vendedor de dulces manipulando las necesidades y los miedos del pueblo ignorante. Como resultado, hemos elegido muchos vnededores de dulces y muy pocos doctores.

Ahora, si eres tú quien una y otra vez eliges a estos nefastos personajes, y los defiendes, y los aplaudes y los endiosas, ¿no será que el corrupto eres tú?

mariofernandobarona@gmail.com

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