El bisturí, el hilo y la aguja / Guillermo Tapia Nicola

Columnistas, Opinión

Con especial insistencia y mucha razón se afirma que «el pensamiento político es un pensamiento de medios y de fines, de estrategias, de críticas fundadas, que se ejerce por parte de quien detenta el poder, para encaminar su actuación a los fines previstos; y por parte de quienes son oposición para controlar que no se desvíe en su propósito».  

Esa acción de reflexión para formar un dictamen sobre algo, es la actividad humana indispensable para asumir decisiones colectivas, sobre todo, aquellas de relación directa con el ejercicio de gobierno o poder político; y, de suyo, el denominado «Movimiento de Resistencia Global» fenómeno internacional que aglutina activistas de diversas extracciones sociales y sienten rechazo hacia el capitalismo y el modelo de sociedad económica aplicada por el neoliberalismo, ejercen desde esa óptica su propósito controlador, junto a otras fuerzas -no necesariamente opositoras- en esta ecuación de pesos y contrapesos.  

Está claro entonces que, en ese panorama, la acción del bisturí político, para separar a algunos elementos de su inicial pertenencia o bancada, se vuelve práctica corriente y concluye ampliando el número logia de su propia tendencia para consolidar su cometido.   

Por cierto, los afectados, quienes pierden adeptos o afiliados, sienten el rigor de ese ejercicio político y es lógico que hagan uso de su derecho al pataleo.  

 Al final, en un escenario legislativo de mayorías móviles, tener un grupo base numéricamente importante es condición para negociar -en el buen sentido del término- y alcanzar los respaldos que hagan posible la aprobación de proyectos de leyes que el gobierno de turno precisa. Ahora bien, habrá de precisarse qué leyes logran apoyos y de quienes. Ese es el arte y trabajo, ya no del bisturí de separación, sino del hilo y aguja para cerrar heridas y concretar acuerdos.  

Mientras tanto, la tarea de mayor precisión es la que se está acometiendo para atenuar el impacto de la epidemia vía inmunización masiva, de suerte que se puedan ir ampliando paulatinamente las tareas cotidianas de todo un país, que viene de insolencias ciudadanas, restringido al máximo, e insuficiente acción gubernativa para generalizar una opinión estable y comprometida con una sola causa nacional que involucre y resuma la esperanza y anhelos sentidos por todos.  

Con un respaldo poblacional que crece, el gobierno tiene la mejor oportunidad para juntar esos tres elementos: bisturí, aguja e hilo, para consolidar un propósito colectivo de acompañamiento y convicción, con las propuestas y los hechos de cambio que lo animan.   

Tiempo al tiempo, diremos para finalizar.   (O)

Deja una respuesta