El Bautismo nos identifica con Cristo y su Iglesia / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

Hoy vivimos, en el campo religioso profundas diferencias de partida y hondas confusiones en lo que se refiere al Bautismo. Hay sectas que postergan el bautismo para que sea una «elección madura del creyente», olvidando que el Bautismo es una llamada gratuita de Dios, asegurada por la fe de la comunidad que la pide. Hoy celebramos el acontecimiento de la vida de Cristo que es su «sumergirse en el Jordán» (Bautismo) haciendo suya la esperanza de su pueblo que se preparaba en la purificaciónritual 11 la venida ya inminente del Mesías. El Bautismo de Cristo es un acto de consagración de su identidad de Mesías y Salvador. Por el Bautismo (sumergirse en el Jordán) Cristo es presentado por Dios como el Mesías esperado, el Salvador del mundo. El bautizo que recibimos como cristianos, siendo diferente a este Bautismo de Cristo, nos identifica a Cristo y nos hace miembros de su familia, la Iglesia. 

El Bautismo es tina identificación con Cristo 

Al recibir el Bautismo de agua y Espíritu. el creyente asume sobre sí una identificación que no la puede renunciar jamás: nos volvemos «cristianos». es decir otros «cristos». Comenzamos a ser partícipes de la vida ydel mundo de Jesús. Por el Bautismo somos asociados a su muerte y resurrección. Participamos en su muerte dando muerte al pecado y comenzando un proceso de verdadera liberación que es la expresión histórica del «nuevo nacimiento» que experimentamos en el Bautismo. «Somos sepultados en Cristo…», diría luego san Pablo, «porque quien no se asocia a la muerte no podrá asociarse a la resurrección». Una vez incorporados en Cristo, que es lo que hace nuestra identidad de fe, de vida y es obra del Bautismo. debemos ajustar nuestra vida a la «manera de Jesús». Ya no podemos vivir «según nuestros criterios humanos», si no conforme a los designios de Dios y a los pensamientos de Cristo. En un momento determinado Jesús reprocha a Pedro por querer alejarse de los criterios y pensamientos: «Aléjate de mí, Satanás…». Cuando uno renuncia a la identidad cristiana traída por el Bautismo, se conviene en «enemigo de Dios y de Cristo», en Satanás. 

El Bautismo nos identifica con la Iglesia 

El que se identifica con la cabeza que es Cristo, no puede no identificarse con el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. El Bautismo nos «introduce» en el seno de la familia de Cristo que es la Iglesia. Con el Bautismo «somos llamados», no escogemos, a ser miembros activos de la comunidad de creyentes, Es un llamado de amor electivo. El «ir adquiriendo la identidad de Iglesia», el «irnos haciendo Iglesia» exige de nosotros un conocimiento profundo de lo que es nuestra familia cristiana, pues nadie ama lo que no conoce; exige una gran fidelidad a lo que la Iglesia ofrece para la salvación del hombre; se nos pide una gran corresponsabilidad en la tarea evangelizadora de nuestra comunidad de creyentes, la Iglesia, a la que hemos ingresado por el llamado del Bautismo. El distintivo es tener una vida sin mancha, el llevar una vida de amor y luchar para que todo tenga como cabeza a Cristo, el Señor (Ef 1). Amor, respeto, con responsabilidad y voluntad de hacer quedar bien a nuestra familia cristiana, es la gran tarea que nos impone, con el Bautismo, el asumir la identidad de ser Iglesia, de ser de la familia de Cristo. 

Nuestra tarea de bautizados 

Creo que hoy carecemos de «fuerza de testimonio»: actuar lo que decimos ser, y decir lo que en realidad actuamos en la vida. Asumir nuestra identidad bautismal de identificación con Cristo, cabeza y con su Iglesia, cuerpo. No avergonzarnos de dicha identidad. No permitir que otras personas de otras sectas pongan duda sobre nuestra pertenenciaeclesial. No negociar con nuestra identidad ante las propuestas aveces halagadoras de otros movimientos religiosos. El Bautismo, siendo llamada de Dios, se da una sola vez y marca una identidad indeleble. Bautizados una vez para siempre. De Cristo y de su Iglesia de siempre.  (O)

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