Desfile de candidatos presidenciales / Andrés Jaramillo Torres

Columnistas, Opinión

Andres.jaramillotorres@gmail.com


Si bien es cierto que la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art.23) y la Constitución del Ecuador (61.1) consagran como derecho de participación política el “elegir y ser elegidos”, en Ecuador afrontamos un panorama electoral a la presidencia desnaturalizado.

Ya son al menos 14 binomios presidenciales cuya candidatura ha sido aprobada por el CNE. De aquellos, desde mi perspectiva, únicamente tres tienen como posibilidad real y como objetivo verdadero llegar a la presidencia: Lasso-Borrero, Arauz-Rabascall y Yaku Pérez-Cedeño. El resto de candidatos persiguen objetivos personales que van más allá de llegar a Carondelet.

La gran mayoría de candidatos están aprovechando el proceso electoral para obtener algún nivel de reconocimiento o fama, otros lo aprovechan como plataforma para mantener presencia política, otros buscan promover desde la candidatura presidencial ínfimos espacios en la Asamblea, y otros simplemente buscan restar votos a un determinado binomio.

El problema radica en que aquellos candidatos, sin ninguna posibilidad electoral y que persiguen objetivos ajenos a la presidencia, financian sus campañas electorales con los recursos públicos que les destina el CNE, es decir, con el dinero de los ecuatorianos.

El proceso electoral ecuatoriano debe ser fuertemente cuestionado por los votantes. No es correcto que los objetivos extra presidenciales de la gran mayoría de candidatos se financien a costa de recursos estatales.

En el fondo, nosotros subsidiamos económicamente la promoción electoral de candidatos sin proyección presidencial alguna, para que ellos puedan desfilar por la tarima de las elecciones 2021 y alcancen objetivos propios que nada tienen que ver con gobernar el país. Es obligación de los ecuatorianos ser críticos con las “candidaturas enmascaradas” y manifestar nuestro rechazo hacia estos candidatos, que desde luego no son todos, pero sí la mayoría.  (O)

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