Conocimientos trascendentales /Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



Hace unos cuantos meses, un dato de prensa informó que Ambato tenía 380.000 habitantes. Anoche, un canal de televisión mencionó 450.000 como la nueva cifra de habitantes. Quienes tenemos unos cuantos años encima nos sorprenden estas cantidades porque seguimos pataleando aquí, como necios de la vida, pero sobre todo porque en la edad de escuela primaria, nuestro profesor de Lugar Natal nos llevó al Parque Montalvo y entre varios temas nos dijo que éramos 25.000 almas.

Expertos en estadística pululan por todo el mundo, afirmando que sus números son los más acertados. Dicen, por ejemplo, que setenta billones de seres humanos han nacido hasta la fecha. Los mortales comunes solo podemos aventurarnos a conjeturar ¿cuántos más habrán después de dos o tres años? Seguramente serán una montonera mayor.

Algunos científicos explican que las células sexuales producidas por cada papá tienen muchas posibilidades de variar por lo que cada uno de los billones de seres humanos ha sido diferente de otro ser, y que así continuará en el futuro indefinido.

En otras palabras, si usted se alinea en un lado de la tierra, cada ser humano que haya vivido, o que vive, o que vivirá allí, y usted tiene el chance de mirar, bien mirado, a todo ese tumulto de gente, no encontraría a nadie parecido a usted.

Tenga paciencia. En cambio, si usted se alineara en el otro lado de la tierra, cada ser viviente que hubo o habrá, encontraría que las criaturas del lado de la gente serían más parecidos a usted que cualquier otra cosa del otro lado.

Hubo un famoso científico francés Emile Locard que hace setenta años apareció con una tesis denominada. Principio de Intercambio de Locard. Principio que dice “Cualquier persona que pase por un cuarto depositará –sin saberlo- ‘algo’ y se llevará otro ‘algo’, también sin saberlo”.

El paso del tiempo ha ido variando el principio hasta desembocar en versiones más o menos asimilables, por ejemplo:  Cada persona que pasa por esta vida dejará, -sin saber- “algo” y se llevará otro “algo”. La mayoría de estos “algos” no pueden verse, no pueden oírse, no pueden numerarse. No aparecen en los censos… pero nada vale, nada cuenta sin ellos…! (O)

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