“Casos difíciles” / Andrés F. Jaramillo Torres

Columnistas, Opinión

La Corte Constitucional del Ecuador ha despenalizado la interrupción voluntaria del embarazo en supuestos de violación, por mayoría de siete jueces frente a dos. Esta decisión ha generado debate en diferentes foros. Intentaré explicar por qué la decisión es polémica. 

Esta resolución pone en evidencia que, con frecuencia, las altas cortes conocen “casos difíciles”, que se caracterizan por ser aquellos que no requieren una aplicación mecánica o rutinaria del ordenamiento jurídico, sino que requieren, para su solución, un análisis de diferentes normas que colisionan unas con otras.

En este caso, esos derechos en colisión son: los derechos de las mujeres embarazadas víctimas de violación (derechos sexuales y reproductivos, integridad personal, libre desarrollo de la personalidad, entre otros) frente al derecho a la vida, desde la concepción, del ser en potencia/quien está por nacer (nasciturus). Para concluir cuál prevalece, es necesario hacer un ejercicio de ponderación o cotejamiento de ambos, situación que puede resultar un tanto subjetivo o discrecional. 

En los “casos difíciles” rara vez nos encontraremos con decisiones unánimes, puesto que generalmente no existirá consenso total respecto de la decisión en la comunidad de juristas. Es por ello, que, frente al problema abordado en dicho caso, siete jueces comparten una determinada visión a la hora de resolver, mientras que otros dos, llegan a conclusiones completamente distintas a la mayoría. 

Lo que sí es cierto, es que tanto los siete jueces en mayoría, como los dos, en sus votos salvados, fundamentan su decisión de manera lógica y coherente. Aquello es lo que caracteriza a los “casos difíciles”, la pluralidad de soluciones racionales frente a un problema jurídico determinado, para el cual, desde lo jurídico, realmente no hay respuestas únicas. 

La resolución de este caso, que permite que las mujeres interrumpan voluntariamente sus embarazos en casos de violación, abre las puertas a un sinnúmero de discusiones de la más variada naturaleza desde la óptica jurídica, moral y religiosa. Discrepar es un aspecto necesario en una sociedad democrática, lo importante es que esos debates se manejen con respeto y tengamos en cuenta que las respuestas a estas interrogantes no son absolutas.   (O)

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