Capitalismos, socialismos / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



¿Cómo salir de la profunda crisis que atraviesa la economía mundial? Es la pregunta del millón en todas las cancillerías. Sabemos cómo no se sale de ella siguiendo el modelo comunista que conduce a problemas mayores. Lo malo es que el modelo capitalista, después de las fraudulentas quiebras bancarias, tampoco parece funcionar.

Hoy aparecen algunos “expertos” que pregonan dos modelos de capitalismo, el norteamericano y el europeo, particularmente el alemán. El capitalismo norteamericano es duro, dinámico, agresivo, sin contemplaciones, apenas con componente social. El capitalismo alemán solía ser suave, considerado, impregnado de socialdemocracia. Se creía que era el modelo ideal para evitar tenciones sociales y garantizar el desarrollo sin traumas; pero le cayó encima el descalabro mundial. Opel despide trabajadores por miles, acción “justificada” por la reducción del mercado de sus productos. El diseño mundial convertido en purgatorio por maniobras de las bolsas de valores.

Los grandes problemas sociales que presentan los millares de hombres y mujeres desempleados, impiden a Alemania ser competitiva como “antes”. Los costos sociales en la Comunidad Europea, en general, contrastan con los costos de Estados Unidos. Si continua el modelo del capitalismo alemán, Europa sabe lo que le espera: baja de producción, perdida de mercados, paro creciente.

Para sobrevivir, Europa busca adoptar un modelo económico mucho más exigente para todos, patronos y trabajadores. Es lo que se debate más allá de los Pirineos y lo que empieza a ponerse en práctica.

Cuando la economía de los países tercermundistas anda atrancas y barrancas, vuelven los ojos a Europa, intentan encontrar alguna guía, razonar por qué pueden ellos y por qué no pueden los “ellos” de acá.

Si países de economía poderosa, con organización superior, ajustan el cinturón general, como es que países con graves problemas de producción y competitividad, no logran intuir, razonadamente, que la salvación de sus economías está en el manejo prudente, inteligente, de sus recursos.

Si regímenes capitalistas y/o regímenes socialistas, o regímenes combinados de los dos sistemas, despilfarran recursos; más temprano que tarde desembocan en corrupción. Y, países donde la corrupción es absoluta, requieren medidas heroicas, soluciones históricas. (O)

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