¡Bendita caridad! / Mirian Delgado Palma

Columnistas, Opinión



Se podría afirmar que el mes de diciembre es el mes de la caridad. Por todos los lugares que se transita se habla de la caridad, en especial la iglesia católica habla de la “caridad con el prójimo”, para los más pobres, los menesterosos, los que sufren permanente limitación de recursos económicos para satisfacer sus necesidades básicas y miran con nostalgia una convulsión social de despilfarro desmedido que revientan las tiendas comerciales por personas que tienen comodidad para incurrir en gastos exagerados.

¿Qué mismo es la caridad? La caridad o sinónimo de misericordia es una virtud que emana en forma espontánea de las profundidades del corazón, aquella que en forma silente y hermética extiende su mano generosa como un paliativo para el más necesitado, para el ser en el que se dibuja en su rostro clemencia y compasión frente a sus escasos o casi nulos recursos para llevar un caramelo a su familia.

Si la caridad es una virtud, aquella no necesita ser divulgada, no requiere de aplausos ni aspavientos; este tipo de caridad humilla al pobre, no es consuelo de la miseria; se hace llamar filantropía, porque tras de su rostro se dibujan intereses mezquinos que beneficien a su paupérrima humanidad. La fama y ambiciones son sus principales aliados.

La verdadera caridad es pedestal donde se levante el pobre, elevando sus miserias y conservando su dignidad. La filantropía hace del pobre un pedestal para conquistar su propia fama, sus intereses desmedidos a base del sufrimiento de los menesterosos. La fama bendice y sublimiza la filantropía. La ambición es enemiga de la caridad.

Hacer de la caridad un evangelio, constituye el más sublime ideal. Ideal de humanidad. Ideal de moral. Ideal de verdadero concepto de solidaridad, de hermandad. El que se oculta tras el velo de la verdadera misericordia de la modestia y extiende su mano generosa y cariñosa al pobre, aquel practica la verdadera caridad.

La virtud hecha limosna y depositada en el corazón del pobre es vino que conforta, robustece el espíritu, es la verdadera oración que llega a Dios acompañada de la satisfacción y de las bendiciones de los humildes. La oración que emana de los labios es incienso que aroma; es lámpara que no se apaga, es esencia que cura las heridas y mitiga el dolor de los pobres.

La caridad es el corazón que se divide, son las manos generosas que comparten sus recursos con los más necesitados, es la oración que Dios se encarga de recogerla cuando es sentida por los corazones que están llenos de misericordia para con su prójimo.

¡Oh, bendita caridad! Himno de alabanza a nuestro Creador; oración digna de Dios, expresión del verdadero amor; apostolado de almas nobles; oleo que perfuma los ambientes de los desprotegidos; sol que nace y alumbra la alcoba de quienes serán en la eternidad los hijos predilectos de nuestro Salvador.

“La caridad es una virtud del corazón, no de las manos” (Thomas Alva Edison)

FELIZ NAVIDAD Y VENTUROSO AÑO A TODOS MIS LECTORES

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