Ayer y hoy / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



Cuando meditamos, excepcionalmente, en los laberintos políticos de estos años, tenemos la tendencia de casi ‘aceptar’ que todo tiempo pasado fue mejor.

Mas, si nos ubicamos en el mundo de principios del siglo diecinueve, descubriremos que era tan político como hoy. Por ejemplo, en la Europa, anterior a la Primera Guerra Mundial, los poderes imperiales eran el panorama de rivalidad constante, disputas de posiciones exageradas: la guerra a la vuelta de la esquina.

La vida doméstica de cada nación estuvo dominada por agudas divisiones de clases. En los fríos inviernos o en los calcinantes veranos, la política era el tema en los cafés de las clases medias y en las tabernas de los proletarios. La realidad privada, no solo de los trabajadores, era mucho más estrecha, más pobre de lo que es hoy. Sin embargo, por la noche, en una especie de compensación de conciencias, todos estaban con su país o con su clase o con el político que esgrimía el banderín de ofertas de un futuro mejor.

En ese entonces, hacer política era el substituto de trabajar para ganarse la vida. Hítler es un caso típico. El austriaco no tenía nada que hacer; hizo política las 24 horas al día.

La experiencia muestra la construcción de naciones de dos maneras: mediante el trabajo lento de la historia o por la fuerza galvánica de las ideas. La mayoría de naciones existentes se han construido siguiendo el primer camino, emergiendo lentamente de la neblina del pasado, aglutinándose, paso a paso, dentro de círculos concéntricos de simpatías compartidas, con creación de instituciones consensuales.

No obstante, pocas naciones son formadas y definidas por el asentimiento de hombres y mujeres simpatizantes de una filosofía. La nación es un conglomerado de habitantes, sedentarios o en movimiento, cuyas diversidades sociales y económicas están incluidas y repartidas en una propuesta. Los participantes consideran la proposición convincente para las mentes sin nubes de ignorancia o supersticiones.

De Europa nos llegó toda la ‘sabiduría’ política; aquí la ‘refinamos’ en grado máximo. ¿La refinamos?… ¿En qué etapa se encuentra Ecuador? (O)

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