Analfabetismo emocional / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

 

Luego de más de veinte años de reconfirmar las grandes diferencias culturales, filosóficas, sociológicas con oriente y luego de haber comprobado a la saciedad nuestra carencia en administración y manejo emocional para la vida diaria, les invito a reflexionar juntos algunas premisas humanas. Primero podemos afirmar que, no somos seres racionales, sino que somos seres emocionales que razonamos, que no es lo mismo. Creemos que somos racionales porque tenemos intelecto, capacidad de pensamiento, creatividad, hablamos de matemáticas, física y todo lo que el ser humano tiene esa vanagloria de decir: “hemos logrado hacer mucho”, tenemos antídotos casi para todas las molestias con evidencia visual, pero y si en las ayudas de imagen y en los exámenes de laboratorio no reporta nada anormal… ¿es prudente decir: “¡señora, usted no tiene nada!” “¡ponga de parte!”? ¿Por qué se desvinculan o se minimizan las emociones a la hora de dilucidar una enfermedad? Sabemos muy bien, en realidad, que las emociones y sentimientos son y han sido mucho más importantes, son quizás la base que nos sustenta. Recordemos que hace 4 millones de años atrás no éramos ni monos ni humanos sino los recién erguidos Ardipithecus Ramidus, caracterizados sólo por emociones y sentimientos; solamente hace unos 70 mil años atrás aparece el intelecto con la capacidad de abstracción, de crear, de pensar, lo que, en definitiva, nos hace seres racionales.

Formémonos la idea de nuestro cerebro como en forma de un puño, en la parte externa de los dedos tenemos los pensamientos y más, pero en la parte interna central está las emociones, lo que sentimos y se llama la circunvolución límbica. Comparemos a aquella metáfora de Francisco Bernárdez que dice: “Después de todo he comprendido que lo que el árbol tiene de florido (el pensamiento, el razonamiento, la lógica, el análisis, el juicio, el discernimiento) vive de lo que tiene sepultado (todo nuestro pasado ancestral de emociones y sentimientos).

Además, si nos fijamos bien, las decisiones económicas, la búsqueda de alternativas son también, básicamente emocionales, por eso solemos decir: “el corazón decide y el cerebro lo justifica”. La razón solo es una recién llegada a nuestro proceso evolutivo.

Emocionalmente nos gusta hacer algo y después lo explicamos racionalmente para que sea entendible y aceptable socialmente. No entender eso y no tener la capacidad de entender la emocionalidad del otro y transmitir la nuestra sería un analfabetismo emocional. Un ejemplo de ello es como cuando uno quiere imitar a un cantante famoso, se necesita antes que imitarlo, involucrarse con el personaje, entenderlo, conocerlo, saber de su vida, sus emociones vividas, meterlo en el interior de uno para después sacarlo al exterior…un hecho básicamente emocional, pues un artista puede llorar cuando tiene que llorar porque experimenta algo dentro de sí, recuerda algo triste y lo evoca en el rostro, y el rostro es el espejo del alma, de otro modo no tendríamos cómo expresar las emociones que ya tienen millones de años de evolución y no podemos evitarlas. El cuerpo habla cuando las emociones callan de ahí la importancia de las emociones y los sentimientos por sobre la razón, darse cuenta que a veces las emociones y los pensamientos nos toman, nos inundan, nos desbocan y hacemos cosas que nos hacen daño y terminan alterando nuestro organismo físico. Démosle pues el puesto trascendente que merece a las emociones, pensamientos y sentimientos para facilitar la recuperación de la salud integral. (O)

 

Medicina Integrativa Oriental

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