Adulterio mutuo / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Dicen que cuando ocurre un adulterio, todo el mundo lo sabe, menos el engañado/a, que suele ser el último en enterarse. Intento hacer un símil con el desastre en la administración pública del Ecuador, en donde todos sabemos muy bien, o al menos sospechamos con bastante certeza, de dónde proviene la corrupción y quiénes son los corruptos, es más, en muchos casos se han entregado pruebas irrefutables, pero el gobierno, que es el primero que debería enterarse y actuar para desenmascarar el abuso y la traición del que es objeto, parecería que ni por enterado, o en el mejor de los casos, reacciona como aquellas esposas sin dignidad ni autoestima, que cuando se les cuenta que su marido la está traicionando, voltean el rostro, hacen como que no es con ellas y dicen: “no ha de ser”, permitiendo con su inacción que el adúltero sepa que tiene vía libre.

La red de corrupción en los hospitales públicos de Guayaquil en el que está involucrado Jacobo Bucaram, habría provocado el extraño asesinato de un extranjero (falso agente de la DEA) al interior de la Penitenciaría de Guayaquil. En unos recientes audios entre Abdalá Bucaram y el extranjero, se escucha claramente al expresidente y padre de Jacobo, decirle que le extraña que no le hayan visitado sus amigos al interior del centro penitenciario, y que le ofrece al hoy occiso sacarlo de la cárcel en vista que puede controlar el Tribunal que lo juzgaría. Bucaram termina señalando: “Tú me das la mano, yo te doy la mano”.

Hace 18 años el “Pepudo Alejo” quien declaró en contra de Buacaram también apareció muerto. En el 2001, el Bolillo Gómez recibió tremenda paliza supuestamente por no haberle convocado a la selección de futbol a “Dalito”. Y las últimas amenazas de Jacobo al caricaturista Bonil, no pueden ser más evidentes: “…Dios te salve y te proteja que no te encuentre porque como hombre vas a tener que defenderte maldito (…)”

Desde hace tiempo, todo el mundo sospecha de las trafasías de los Bucaram y sin embargo, el gobierno habría pactado con ellos al inicio del mandato y ahora los permite huir.

Lo cumbre es que el engañado, que en este caso vendría a ser el gobierno, suele ponerse muy bravo y hasta amenazante con los corruptos, dando la impresión que está dispuesto a hacerse respetar, pero a la hora de la hora, resulta ser solo verbo, no hay voluntad política para una cirugía mayor a la corrupción. Unos lo llaman complicidad, yo lo llamo “adulterio mutuo” (no te delato si no me delatas) y los dos en paz con sus respectivas aventuras. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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