Adicción a la morfina / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión

La morfina es un opiáceo analgésico que se emplea para aliviar el dolor. Lo encontramos en diversas presentaciones: tabletas, pastillas, inyecciones.

Se usa en medicina para tratar dolores muy intensos. Es una sustancia muy potente para aliviar el dolor grave e intenso y, además, produce euforia y relajación, por lo que se puede convertir de un medicamento útil en una sustancia potencialmente adictiva. 

Al principio de la adicción, los síntomas no son muy visibles, pero a lo largo del tiempo se van haciendo más manifiestos. 

Podemos dividir los síntomas de la adicción a la morfina en tres categorías: físicos, psicológicos y conductuales.

Los Síntomas físicos son: Pequeñas manchas en la piel, erupciones, ampollas, vesículas; fatiga y cansancio excesivo; somnolencia enorme, contracciones musculares, disminución del apetito repentino e inexplicable, dificultad para respirar.

Los Síntomas psicológicos o emocionales más comunes son: Paranoia, desconfianza, depresión., labilidad emocional, cambios de humor bruscos, ansiedad, inestabilidad emocional.

Síntomas conductuales

A lo largo del tiempo, personas con adicción a la morfina muestran cambios conductuales bruscos e inexplicables. Algunos de los síntomas más comunes son:

Los síntomas conductuales y sociales más notables son:

Comportamiento excesivamente reservado, suspicacia, tiende a ocultar cosas, ausencias repentinas largas e inexplicables; alejamiento de amigos o familiares.

Evita situaciones sociales, especialmente si familiares o amigos acuden a eventos o lo visitan.

Disminución del interés por actividades que antes le resultaban muy gratificantes.

Terribles discusiones con familiares o amigos.

Las consecuencias de la adicción a la morfina o los efectos secundarios del consumo prolongado de morfina más común es el estreñimiento y varias alteraciones digestivas, pérdida completa del tono muscular, paro cardíaco, estado confusional que puede llegar al coma y la muerte.

Síntomas de abstinencia a la morfina

Cuando la morfina se consume durante un periodo largo de tiempo, el cuerpo comienza a desarrollar una dependencia. Esta dependencia es peligrosa porque el cuerpo se engaña a sí mismo al creer que necesita morfina para funcionar correctamente. Desafortunadamente, este tipo de dependencia hace que sea difícil dejar el consumo de morfina.

Los síntomas de abstinencia a la morfina ocurren cuando un individuo deja de consumir la sustancia, los síntomas pueden durar desde unos días a varias semanas, a medida que el cuerpo aprende a readaptarse a la vida sin morfina.

Algunos de los síntomas más comunes de la abstinencia a la morfina son:

Alteración de la temperatura corporal, oscilando entre fiebre y escalofríos, ojos llorosos, nariz que moquea, piernas inquietas o una sensación de inquietud, dolores musculares intensos, inestabilidad del ánimo, taquicardia, intenso dolor de estómago, náuseas con vómitos.

El Tratamiento para la adicción a la morfina contempla una fase de desintoxicación y rehabilitación con reinserción social.

El primer paso del tratamiento para dejar de consumir la morfina es la desintoxicación. La duración de este proceso depende de cuánto haya durado el consumo de la persona, oscilando entre días hasta tres semanas aproximadamente.

Es recomendable que este proceso de tratamiento esté supervisado por un médico especialista. Se puede usar en este proceso la metadona como una droga de apoyo para el proceso de desintoxicación. La metadona es una sustancia que ayuda a reducir los síntomas de abstinencia asociados al consumo de un opiáceo, como la morfina, sustituyendo a dicha sustancia. 

Después del proceso de desintoxicación, algo fundamental es que la persona comience un proceso de cambio de vida 180 grados.

En este proceso, la persona recibe sesiones individuales de terapia (conductual), grupos de apoyo., el objetivo de estas sesiones es proporcionar a la persona estrategias que le ayuden a llevar una vida sin drogas. (O)

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