Adelantar elecciones

Columnistas, Opinión

España vivirá nuevas elecciones nacionales luego de las recientes elecciones municipales y regionales. El mal resultado del partido del Presidente del Gobierno catapultó el llamado a un nuevo proceso en una jugada donde Pedro Sánchez espera que el desgaste no sea peor que el que podría ser en el futuro y quizá, solo quizá, poder permanencer en el poder por un menor número de las derechas encabezadas por el PP y VOX. O, hasta por un desacuerdo entre ellas, que permita una abstención técnica del PP para que siga de presidente. Ambos escenarios bastante improbables pero no imposibles para Sánchez que, así como ha demostrado cero escrúpulos, también ha desplegado toda su sagacidad política estos años.

En todo caso, un escenario previsible y normal en un sistema parlamentario, donde el Presidente se elige de la mayoría de congresistas. Muy distinto, por ejemplo, al de la muerte cruzada en un sistema presidencial. En un reciente artículo del Financial Times, se criticaba la decisión de Lasso como lo peor que le pudo haber pasado a la política ecuatoriana. Acordaban algunos analistas que lo mejor era una continuidad de Borrero hasta las elecciones del 2025 antes que la incertumbre de unas elecciones a mitad de periodo y para una gestión de dieciocho meses.

Y, además, sin la participación electoral del presidente en funciones, algo inédito. Lasso dice falsamente que no participa por un supuesto amor a la democracia pero, en el fondo, lo hace porque su intención de voto se encontraba en el 6%. Es decir, en las elecciones iba a conseguir el cuarto o quinto puesto de una contienda que seguramente tendrá unos diez o doce candidatos. Sánchez, por el contrario, sí será candidato y se medirá frente a sus electores y mandantes. Lo mismo que muchos exasambleístas y otros políticos que cambian el Palacio Legislativo por la aspiración del de Carondelet. (O)

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