Acúsome Padre (I) / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

 

Me propuse, en estos fines de semana de septiembre, compatir escritos que tengo registrados en mi archivo. Bajo el título de «Acúsome Padre», trascribo hoy y mañana los siguientes pensaientos

El contorno resulta ser un simple estímulo para que se despierte dicho destiemple en el interior de mi persona y que se manifiesta en un sinnúmero de comportamientos y conductas que a la final asustan y dañan.

Para curarse de las iras creo que el camino más adecuado es entrar en el interior de uno y ORDENARLO, ir poniendo a las ideas, a los sentimientos, a los deseos, a los instintos en su lugar dándoles el papel y la función natural que tienen en el comportamiento de nuestra per¬sona.

Hay que entrar en nuestro interior y PURIFICARLO y LIMPIARLO de todo lo que daña y condiciona la conducta humana: malos recuerdos, pasados no superados, odios, rencillas, tensiones, enojos, «malos pensamientos y deseos».
Hay que ENRIQUECER el interior nuestro de verdaderos y perennes valores. Cuando uno tiene motivos buenos para luchar y dar razón de su vida, difícilmente se «morirá de iras».

Finalmente, el que no quiera tener «iras mortales» tiene que esforzarse en mantener su interior LLENO DE PAZ y DE SERENIDAD ESPIRITUAL que nos ayuda y nos permite saber manejar cualquier circunstancia que se nos presente, por más adversa que sea. Cristo nos recordó el secreto para «no tener iras mortales». «No se turbe vuestro corazón…no se acobarde, pues cada día tiene su afán. Es por eso que para no tener «iras mortales» hay que APRENDER A VIVIR EL DÍA y cada día tiene que ser el primero del resto de la vida. (O)

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