Acerquémonos al día del Padre / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Editoriales

 

Estamos cerca del día del Padre y quiero, desde ahora, comenzar a compartir mis felicitaciones que las tengo archivadas en mi libro «De corazón abierto». Con esta participación invito a todos los lectores a que volvamos a descubrir la verdadera figura y misión del papá en la fami lia, la sociedad y en la misma Iglesia. Hoy, mañana y el próximo sábado pondré en sus manos mis pensamientos en torno a la figura del papá.
Papa, quiero que seas mirada, corazon y manos.

Querido papacito: cada vez que llega tu fiesta, busco en el interior de mi corazón, las palabras mas adecuadas que te digan lo que siento de ti, de tu vida y de tu presencia en mi existencia de hombre, de hijo. Al felicitarte por tu día, quiero pedirte que sigas siendo para mí ojos, corazon y manos.
Al acercarme a ti, quiero descubrir, querido papacito, en tus ojos, quizá marchitos por el tiempo, la riqueza de tu espíritu, la belleza de tu alma.

Deja que, al mirar tus ojos, descubra en ellos esa luz misteriosa que guía mis vacilantes pasos por senderos de rectitud, de honestidad, de bondad y de responsabilidad.
No dejes de acariciarme con tu mirada por que sigo siento tu tierno hijo, tu esperanza, tu ilusión.

Que toda persona que mire mis ojos descubra la luminosidad de los tuyos.
Papacito querido, sigue siendo para mí, corazón tierno, preocupado y bueno.
Que cada día que pasa, tu corazón me entregue el amor madurado por los años; me transmita la generosidad de tu entrega, me regale la honestidad de tu espíritu, la serenidad de tu vida.

Que al reclinar mi cabeza en tu corazón sienta los latidos del amor hecho vida, del amor que hace años hizo posible mi existencia de la que siempre te agradeceré.
Papacito querido: sigue siendo manos seguras, manos tiernas, manos abiertas. Que mis manos, reflejo de las tuyas, amasen en el trabajo diario, esperanzas nuevas, sueños no cumplidos. Que tus manos con las mías abran caminos inesperados, modelen obras inacabadas, empuñen trofeos conquistados y abracen la amplitud el infinito misterioso.

Que tu mirada, tu corazón y tus manos, que son la expresión de tu riqueza interior, de tu inmenso amor y de tu trabajo creador, sigan siendo luz y bendición para nosotros tus hijos. (O)

Deja una respuesta