A veces la emotividad nos obnubila / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión



Al finalizar la semana tuvimos dos noticias muy destacables y distintas una de otra. La primera, que nos regocijó de orgullo y alegría al ver campeón del Giro de Italia 2019 a nuestro compatriota Richard Carapaz; y la segunda, que gracias a las declaraciones de la exasesora de Rafael Correa, Pamela Martínez, presa por presunta corrupción, la FGE detuvo también a Alexis Mera y a María de los Ángeles Duarte, dos altos exfuncionarios del gobierno del mismo Correa por la misma razón.

Parto de aquí para hacer notar que ante un mismo suceso las personas podemos reaccionar de formas diametralmente opuestas. ¿Cómo entender, por ejemplo, que mientras el Ecuador entero ve absorto e indignado cómo siguen saliendo a la luz más corruptelas del correísmo, aún haya gente que defienda esa brutal y grosera bribonada con argumentos tan simplones como la sola negación o la peregrina persecución política?

Para entender este absurdo, me atrevo a plantear que la respuesta no es precisamente la lógica o la razón, porque con reacciones tan dispares ninguna de ellas logra explicar tales situaciones. Es la emoción, ella nos vuelve irracionales.

Y es que tanto en el deporte -digamos el futbol o el ciclismo- como en la política, se despiertan fuertes pasiones y llegamos a emocionarnos a mil. Fíjese que quien fue en algún momento un verdadero crack del balompié mundial, Diego Maradona, hoy por hoy es el más claro ejemplo de la desgracia personificada, producto de una vida desordenada y libertina, y sin embargo, hay quienes aún lo veneran como a un dios sólo porque les emociona recordar sus jugadas maestras. En política es igual, difícilmente la gente que aún respalda a Correa y los suyos va a cambiar de opinión porque siguen embriagados de emoción con ‘sus logros’ y lo están a pesar de las irrefutables toneladas de pruebas que evidencian su deshonestidad. En los dos casos, un acto de soberana irracionalidad y torpeza, ciertamente.

En el deporte vemos el desempeño del deportista de cerca: sus gestos de cansancio, su expresión de coraje y esfuerzo, su dolor, su fatiga y sus triunfos, compartimos y vivimos juntos ese preciso instante gritando un gol o vistiendo la ‘maglia rosa’ en el podio; con los políticos no ocurre lo mismo, su desempeño tarda en llegar y es difícil interpretarlo, con ellos es más fácil caer en las redes del engaño. Por eso, la sensatez debe primar antes que la emoción, siempre, en todo lugar y circunstancia. (O)

Mail: mariofernandobarona@gmail.com

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