A la costa / Luis Alfredo Silva Zambrano

Columnistas, Opinión

 

Es el nombre de una gran novela, escrita por el ilustre ambateño Don Luis A. Martínez. En esa obra literaria, al comenzar la segunda parte, describe de una manera impresionante el paso, por la provincia de Bolívar, rumbo a la costa. El respectivo párrafo, nos permitimos transcribir.

«Inmenso es el panorama que se descubre desde aquel sitio del camino. Atrás queda la Cordillera de los Andes, la sierra abrupta e informe, arrugada por mil cerros, picachos, quebradas y despeñaderos; allí los múltiples sembríos de cereales, coloreados ya de verde tierno, ya de anaranjado, ya de pardo. Algunas laderas muestran el terreno recién labrado, negro por la lluvia haciendo contraste con el amarillo pálido de los pajonales del páramo. Y en las quiebras, las lomas, en las orillas de los pequeños torrentes y en el fondo de los estrechos valles, las casas aisladas, los pueblos y las haciendas parecen rocas rodadas desde las cimas de los Andes. Un cinturón inmenso de picos abruptos y negros, y como broche magnífico la mole resplandeciente del Chimborazo, envuelto a medias en nubes grisáceas, cierra ese paisaje único talvez en el Ecuador andino: la provincia de Bolívar.

Hacia el ocaso se descubre otra zona, otra naturaleza, un mundo nunca imaginado por el habitante de las cordilleras. Los cerros que como una valancha petrificada, se separan de la Sierra, se aplanan y casi se hunden en un abismo. El bosque trepa afanoso hasta las más altas cimas; las quiebras pierden las tonalidades y recortes duros de rocas desnudas, para adquirir toques azulinos y vaporosos; y al fin cerros, colinas, barrancos, se confunden, difuminan, desaparecen casi en medio de un velo glauco, para convertirse en una llanura infinita como el mar, la que se pierde allá en el horizonte de un cielo de nacar, en el que flotan algunas nubes de color rosa y oro. Y en esa inmensa pampa brillan aquí y allí algunos puntitos como diamantes de un manto regio, puntos que indican curvas de• inmensos ríos; se levantaban algunas ligeras y casi fantásticas humaredas, y un aire caliente y denso baña ese gigantesco paisaje, en el cual los colores son todos suaves como los de un sueño medio olvidado en un rincón de la memoria. Hacia la izquierda del observador se levanta de la llanura una altísima cordillera azul turquí; es el último contrafuerte de los viejos Andes que avanzan hacia el Pacífico. Esa tierra vaporosa, esa llanura infinita, es la Costa ecuatoriana».

Nosotros recorrimos esa ruta y gozamos de ese asombroso paisaje que muestra la naturaleza infinita y bella. Siguiendo la carretera interrregional, contemplamos la cordillera Occidental de los Andes y sus montañas cubiertas de glaciares que bajan por las laderas, el amplio páramo de El Arenal, con sus rocas esculpidas por la erosión a través de los años, los cultivos que aparecen en la meseta, el descenso a la llanura del litoral, con profundos abismos tapados por un mar de nubes, donde se admira impresionantes y deslumbrantes atardeceres, el largo pueblo de Balzapamba, que bordea el camino, la transición de la vegetación silvestre, por un cálido ambiente, los numerosos ríos, que dieron el nombre a la provincia y una dilatada llanura, cubierta de una vegetación siempre verde; es la región litoral.
Realice un viaje por esa ruta y descubra un mundo maravilloso y fascinante de nuestro país. (O)

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