Ceviche y encebollado, sabores que cuentan historia

El ceviche y el encebollado son más que platos icónicos en Ecuador; son rituales cotidianos que narran la diversidad cultural del país a través del sabor del mar, la cebolla colorada y el toque de limón.
Cada mañana, en mercados y locales de todo el país, se levantan las ollas de encebollado, ese caldo espeso con yuca y pescado, que se consume como “cura para la resaca” o como el desayuno energético de comerciantes y oficinistas. Su aroma, que mezcla culantro, cebolla y ají, anuncia que el día comenzó.
El ceviche, en cambio, lleva la alegría en cada cucharada. Puede ser de camarón, concha, pescado o mixto, y su preparación varía en cada provincia. Mientras en Esmeraldas se añade maní y verde, en Manabí se prefiere un toque más ácido. En la Sierra, el ceviche se adapta con chochos y tostado.
Ambos platos tienen raíces ancestrales. El ceviche, con sus orígenes en técnicas de conservación con jugo de frutas ácidas de culturas prehispánicas, evolucionó al contacto con el limón traído por los españoles. El encebollado, con referencias de pescadores montuvios y afrodescendientes, simboliza la unión de los saberes del mar con los productos de la tierra.
Más que comida, son momentos de encuentro: en carretas junto al mar, en fondas de carretera o en mercados de barrio, donde la calidez de quien sirve es tan importante como el sabor. Comer ceviche o encebollado en Ecuador es una experiencia de identidad, resistencia y orgullo, que une a un país diverso a través del gusto. (I)