El Niño, ¿tesoro o víctima? / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

MENSAJES JUVENILES


HOY DÍA DEL NIÑO, hace algún tiempo escribí unas notas en torno a una pregunta muy grave: Día ¿de qué niño? Hoy quiero volverme a preguntar si el niño que celebramos es ¿un tesoro o una víctima?.

Si miramos el contexto social, económico, político, cultural y hasta religioso descubriremos que el niño, esa criatura muy indefensa, esa criatura nacida no sé cómo, porque la violación no sólo existe fuera del matrimonio o familia, muchas de las relaciones íntimas de esposos tienen todas las característica de una violación, hoy es irrespetada, es abandonada, es maltratada, es dañada es «cosificada», es «traficada», es poco tenida en cuenta.

Si miramos las actuaciones de estas criaturas nos asombramos como hay muchachos y muchachas que comienzan su adolescencia sin «haber vivido a plenitud su niñez, su infancia», constituyéndose en esa gran masa de gente que ha comenzado a vivir una inmadurez permanente, pues la etapa que no se vive no madura, y no se la recupera y sigue siendo un peso en el crecimiento de la persona y de la comunidad de los pueblos.

La inmadurez de la sociedad adulta de hoy se debe a la inmadurez adquirida en temprana edad. El niño de hoy avaliza el futuro de la humanidad, por ello su gran importancia y su significación, pues el niño que construimos hoy son los hombres y mujeres del mañana. Nuestra actitud de adultos tiene dos alternativas: o tomamos al niño como el tesoro que es, o lo convertimos en víctima. Los niños son tesoros de la humanidad. Cristo nos recuerda que cuando uno encuentra un tesoro en un campo, lo vuelve a esconder, va, vende todo, sacrifica todo y compra dicho campo.

El Niño es un tesoro que no tiene precio, pues todo lo que se haga para cuidarlo, mantenerlo, formarlo es poco frente a lo que dicho tesoro nos puede dar. Alegría, sencillez, pureza, amor, ternura, sana debilidad, claridad de mirada, rectitud de pensamiento, bondad de  comportamientos.

Es un tesoro que hay que guardarlo, cuidarlo, irlo limando, fortaleciendo y sobre todo proyectándolo hacia el futuro, para que el pasar de los años no les dañe, para que todos nosotros y nuestro contorno, creemos un ambiente favorable al niño y sus virtudes, para que ellos sean mañana el «buen ambiente del hombre del mañana» y así nuestra siembra, produzca mañana una buena cosecha: Quien siembra hoy, niños y niñas de verdad, mañana cosechará adultos sanos y buenos y así contribuiremos a que la humanidad se oxigene y llegue a convertirse en la gran familia y en la gran hermandad, pues sólo los niños y los que a ellos se parecen tienen la fuerea y el poder de la transformación.

Lejos de nosotros convertir a los niños en VICTIMAS de nuestros intereses, de nuestras bajas pasiones, de nuestras soledades existenciales, de nuestros fracasos matrimoniales, de nuestras ambiciones científicas y económicas. Cada lágrima de hoy, vertida por ojos de niños por nuestra causa, nos pesará y serán los eslabones de la cadena de la pobreza, de la esclavitud, de la insatisfacción, de la infelicidad nuestra.

Finalmente, la mejor manera de hacer que los niños sean un Tesoro es conservar dentro de nosotros el «Estado niño» al que todos tenemos derecho. Nadie nos ha quitado el derecho y la capacidad para ser sencillos, alegres, tiernos, puros, llenos de fe y esperanza, expresivos, cariñosos. Si así somos llegaremos a ser felices y podremos llegar a ver hasta el rostro de Dios. (O)

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