Amor Propio / Andrea Manjarrez Ocaña

Columnistas, Opinión


Siempre pensamos que alrededor de la palabra amor, su significado se ve demostrado en una relación de pareja, en el sentimiento infinito que sentimos por nuestros familiares más cercanos, hoy en día incluso por nuestra mascota, por alguna amistad sincera pero, cual es su definición real.

Cuando la vida te va entregando las suficientes espinas para endurecer el alma y las suficientes rosas para embellecer tu jardín, te vas dando cuenta que el amor puede ser efímero o metafórico, que puede durar en el corazón un tiempo corto o uno muy largo, puede ser eterno o fugaz, depende de muchos factores, que van desde el afecto, cariño, respeto, devoción, cuidado, formación, gestos  afectivos, experiencias vividas, recuerdos compartidos e infinidad de representaciones de emotividad que permiten la construcción de un sentimiento puro, uno que se siente muy dentro, que se forma no de un día para el otro, sino con mucho tiempo y circunstancias, incluso con obstáculos superados, aquel que no se debería dejar de sentir. Pero qué sucede, cuando se deja de cuidar, cuando existen faltas de respeto, o alguna interferencia, que pueda causar algún quiebre, algún dolor o herida, cuando alguien no entiende el significado del perdón, de la reciprocidad, del agradecimiento, de la gratitud, de la lealtad, valorar cada detalle o tiempo entregado, aplica para familiares, amigos, pareja, pero en realidad pensamos en todo y en todos pero, cuando pensamos en nosotros mismos, cuando nos ponemos como prioridad y no como opción.

Alguna vez escuche primero yo, segundo yo, tercero yo y así, y, no es descabellado, tiene su coherencia, el pensar en trabajar en nuestro interior, en lo que valemos, en lo que hemos dado, en el amor que entregamos a nuestro paso, para comprender que necesitamos también por un momento pensar en uno mismo, en lo que merecemos, en lo que somos y queremos ser, trabajar y con todas las fuerzas en lo más valioso, el verdadero, el Amor Propio…


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