Voto mandante / Washington Montaño

Columnistas, Opinión

El inexorable vaticinio electoral se cumplió, este furioso latigazo del mandante, frena las apetencias electorales de muchos políticos que deberán guardar para siempre, sus deseos de servir al pueblo, porque ya no podrán participar en lid electoral venidera; y no sorprende que varios Asambleístas, a quienes se les termina su sacrificada labor, quieran interpretar el mandato popular para evitar su muerte política, porque el mensaje del sí rotundo nos regresa a la Constitución de Montecristi que prohibía la reelección indefinida.

La alternabilidad evita que las personas se perpetúen en el poder, lo cual es contrario a lo dispuesto originalmente en nuestra Carta Magna. El cambio impide que quienes al saborear las mieles del poder y entontecidos por el dinero político, que nunca es poco, quieran acomodar la voluntad del pueblo con su voto para subyugarla a los intereses partidistas y personales. En el principio del cambio, las cosas nuevas molestan, estorban a un modelo mental estático, rutinario, incluso hasta duele ver que este avance es arrasador e indetenible; y, solo con el pasar del tiempo se logra asimilar los beneficios de las transformaciones porque las obras lo justifican plenamente.

Todo el magisterio debe recordar, que similar circunstancia aconteció con los rectores y directores, cuando de un plumazo cortaron toda una tradición en la élite administrativa. No importó cuanto se dijo y se argumentó, se hizo porque se hizo; hoy ya nadie se acuerda de este buen paso. Y esta dura lección debe aprenderse y ampliarse a toda instancia en donde se pida, solicite o exija el voto de sus socios, afiliados o mandantes porque no está nada bien que en asociaciones, gremios, colegios de profesionales, cooperativas de vivienda, ahorro y crédito, se postulen y triunfen en varias ocasiones los mismos de siempre. Ninguna persona es imprescindible, todos son sujetos de cambio porque nadie es una escuela ni hacen la institución, sino que tienen por mandato de sus socios un tiempo de vigencia y el derecho a reelegirse pero no indefinidamente con el cuento de que esta es la última vez, que ya me retiro, que me han pedido que continúe por mi buen desempeño y otras mañosas o codiciosas formas de permanecer ocupando un espacio que les cae a gusto con el disgusto de muchos.

Con esta lección, conviene a las instituciones públicas y privadas que ajusten sus estatutos, reglamento interno, manuales de procedimientos, manuales de funciones, reglamento de elecciones internos o externos en donde no se permita reelecciones sucesivas y pasen de dirigentes más de una década. Los directivos deben considerar que la confianza depositada por los afiliados o socios, implica el deber social, institucional o generacional de formar, inducir o capacitar a sus mandantes como los futuros cuadros que les van a sustituir cuando su período se termine, solo así estaremos viviendo la verdadera democracia, porque buscar eternizarse en el poder al considerarse los únicos ungidos es tramposo, antidemocrático y gula por el poder y el dinero. Está dicho y la voz del pueblo es la voz de Dios. (O)

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