Un espacio en la playa / Patricio Arellano Abedrabbo

Columnistas, Opinión


La decisión está hecha…Cuatro días de playa…Nuestro punto de partida Ambato y nuestro destino: Tonsupa…El itinerario es incierto, mejor es la improvisación…Con la mayor rapidez, la noche anterior al viaje se preparan las maletas. Hay que acostarse lo más pronto, porque la salida está programada para las 5:30am: eso sí, después de ver “Yo me llamo”…La alarma del celu marca las 5am. En punto…Aaah…, qué pereza, pero ni modo hay que levantarse, un salto y fuera de la cama…Con la velocidad del rayo, estamos listos, no hay que perder ni un minuto…Los 5 aventureros partimos rumbo a la playa. Nos esperan casi 6 horas de viaje…Un bello amanecer y una entretenida conversación, esfuman nuestras intenciones de quedarnos dormidos. La travesía es tan amena, sin embargo, el ayuno nos obliga a detenernos no sólo para revisar el auto, sino para degustar un rico desayuno costeño en el restaurant “Sazón manabita”…El tiempo apremia, tenemos que arrancar lo más pronto y continuamos el viaje…El reloj marca las 12:35pm.

LLegamos! Desembarcamos e ingresamos a nuestro departamento con vista al mar ubicado a escasa distancia del edificio más alto de la playa…Qué maravilla, no queremos perder el tiempo y por lo pronto decidimos dar un paseo por la ciudad a fin de  proveernos de ciertas cosas que nos faltan y de paso saborear unos deliciosos platos a la carta…Es hora ya de retornar y descansar, siempre participando de las ocurrencias y anécdotas de nuestra juventud, recordando nuestros viejos tiempos…Un cafecito caliente y una fruta de temporada marcan el anuncio del famoso programa que reúne a la familia “Yo me llamo”.

El trajín del viaje y el calorcito playero hacen que nos retiremos a descansar…Los rayos de un sol radiante y el murmullo de las olas el mar son el anuncio de un nuevo día…Saltamos de la cama y luego de un frugal desayuno, camino a la playa…El vaivén de las cadenciosas olas del mar, el suave roce de la arena, la agradable y refrescante brisa, el olor a oxígeno puro, las aves errantes que cruzan raudas el firmamento, un horizonte límpido que describe la línea más recta, junto a una grata soledad que disipa las tensiones acumuladas, nos llaman a una agradable caminata mientras intercambiamos nuestras palabras de admiración al paisaje y disfrutamos de la oportunidad que Dios nos regala y que transforma nuestros cuerpos, nuestra mente y nuestro espíritu!…Un buen chapuzón y el golpeteo del agua salada, los juegos a orillas del mar, el cavar la arena y formar con ella “castillos” y otras figuras, nos transportan a viejas vivencias  que experimentamos cuando niños en compañía de nuestros padres y amiguitos , vivencias y recuerdos que formaron parte de ese calor familiar propio de aquellos tiempos.

La tarde comienza a caer y el ocaso dibuja un horizonte multicolor de ensueño, anunciando el final de una jornada en la playa…Es hora de retirarnos y luego de un terapéutico masaje en un confortable hidromasaje, degustamos de un cafecito con patacones y bolones costeños, y luego de mirar el desenlace de “Yo me llamo”, rendidos por el cansado pero relajante trajín de “un día en la playa”, vamos umbo al descanso en los brazos de “Morfeo…Qué refrescante y grato resulta el disfrutar de todo lo que Dios nos pone a mano para aprovecharlo sanamente, en compañía de nuestros seres que más queremos: UN ESPACIO EN LA PLAYA…(O)

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