Tres Temas / Hernán Castillo C,

Columnistas, Opinión

 

Corriente mayoritariamente aceptada es señalar a los extremos, extremismos y ultras como tesis inconvenientes. Brasil escogió el domingo a Bolsonaro como su posible próximo mandatario, y Bolsonaro es ultraderechista. Tendrá que dirimir una segunda vuelta el 28 de octubre, pero su ventaja es tal que las posibilidades para ser elegido presidente son amplias, sin mayor análisis. Todo esto es obra de la Izquierda populista, tras los fracasados gobiernos de Lula y de Russef, a quienes siguieron millones de esperanzados brasileños; pero una vez posicionados solo alentaron a la corrupción y luego pretendieron su encubrimiento (casos que igual sucedieron en Venezuela, Argentina y Ecuador).

El socavamiento de las posibilidades de los socialismos latinoamericanos los hicieron esos mismos socialismos por sus falsedades como proclamas y sus robos como políticas instaladas. Si es que habría gobierno extremista en Brasil en el futuro próximo, no serán esos socialismos los indicados para acusar y quejarse, pues su búsqueda de protagonismo como víctimas y “perseguidos políticos” les han señalado su actuar lastimero que hoy exhiben.

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El caso Assange sigue avergonzando al país: una acuciosa asambleísta consiguió que se discuta el caso en el pleno, pero la presidenta, señora Cabezas, no da trámite al asunto de interés nacional. Las irregularidades cometidas para amparar al australiano, hoy ecuatoriano casi a la fuerza, han sido variadas y abundantes. No hay razón alguna para que la Presidenta de la Asamblea “olvide” tratar el caso como tema puntual y abierto en el foro legislativo.

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La resolución de ONU ante el fenómeno político y social que acontece en Venezuela fue solo una tibia enunciación de tesis que no alcanzó, ni de lejos, articular una solución para los millones de venezolanos que sufren sus consecuencias en su patria o lejos de ella. Sin embargo, la disertación del presidente Moreno ubica –por fin- a Ecuador con un criterio  frente al tema, pues por más de un año nuestra posición como país se mostraba ambigua: una canciller que ensalzaba a Maduro y un presidente que callaba. Reiteradamente el gobierno había omitido dar declaraciones respecto de Venezuela, hasta que en el foro de la ONU Moreno decidió destapar la bruma y se alineó fuera del cerco de Maduro, dejando solo a Cuba y Bolivia en defensa de ese gobierno criminal. Frente al tema Canadá, Colombia, Perú y Chile exhibieron tesis coherentes, con las que Ecuador debería alinearse, si quiere mostrar cordura. (O)

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