Todo es cuestión de corazón / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

 

Hoy, como en muchas épocas pasadas, vivimos situaciones extremas en el comportamiento de los hombres y de los diversos grupos sociales a los que pertenecemos.

Se ha universalizado el dominio que tiene el mal (todo mal) sobre nosotros y nuestra sociedad. Es triste ver los noticieros, leer los periódicos, pues a través de ellos sentimos acercarnos más a la muerte que a la vida.

El mal que «nos domina» es inmenso y grande a tal punto que hacer el mal es «normal» hasta tiene privilegios en la aplicación de la misma justicia.
Esto ha provocado el que tengamos que vivir la Inseguridad, a todo nivel, como algo normal y ordinario. Una inseguridad en la que está en riesgo no solo nuestros bienes, sino nuestra honorabilidad adquirida con mucho sacrificio, nuestra misma vida, hasta nuestro futuro perso¬nal y social.

Más que nunca me acosa la gran pregunta: ¿a qué se debe todo ésto? No alcanzo a encontrar una respuesta, pero recordando las Palabras de Cristo cuando decía Que «nada de afuera mancha o daña al hom¬bre, sino todo lo que sale de su corazón», llego a concluir que cuando el corazón del hombre, es decir su alma, su conciencia, su espíritu está vacío, está dañado, está corrompido, está vacío de virtudes y valores, el hombre es capaz de provocar el mal, sin importarle nada y a nadie, y ser fuente de todo mal.

Es bueno que volvamos a «arreglar nuestro interior», nuestra con¬ciencia y llenarla de Dios que fue quien nos hizo y de todas sus virtudes y valores, para que cada acción que salga de él vaya en beneficio y haga el bien a todos. (Seguiremos con esta reflexión oportunamente). (O)

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