Toda actividad humana tiene un fin / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión


Todo arte, toda ciencia, toda investigación, toda acción afectiva y libre

elección parecen tender a algún destino u objetivo, por esto se ha declarado, que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden. Sin

embargo, es evidente que hay algunas diferencias entre los fines, pues unos

son actividades y las otras obras aparte de las actividades.

Así como existen muchas acciones, artes, técnicas y ciencias, muchos son también los fines.

El fin del arte de la medicina es la salud; el de la construcción civil los edificios y edificaciones, el de la competencia, la victoria; el de la economía, la riqueza; el del amor la protección de la humanidad.

Si, pues, así el proceso seguiría hasta el infinito, de suerte que el deseo de prosperidad sería vacío y vano, es evidente que este fin será lo

bueno y lo mejor; entonces, el conocimiento de este bien tendrá un gran peso en nuestra vida y en la vida del mundo.

Si es así, debemos intentar determinar bien y a cuál de las ciencias o facultades

pertenece. esquemáticamente al menos, cuál es este bien y fin.

Las cosas nobles y justas que son objeto del homo saphiens presentan tantas diferencias y desviaciones, que parecen existir sólo por convención y no por naturaleza.

Puesto que todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien,

volvamos de nuevo a plantearnos la cuestión: cuál es la meta a que el homo moderno aspira y cuál es el bien supremo entre todos los que pueden

realizarse en honor al progreso y desarrollo.

Se puede suponer que, casi todo el mundo está de acuerdo, pues tanto el vulgo

como los cultos dicen que es la tendencia evidente va en búsqueda de la felicidad.

Muchos piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero sobre lo que es la felicidad discuten y no lo explican del mismo modo los del vulgo y los sabios. Pues unos creen que es alguna de las cosas tangibles, palpables, perceptibles, permanentes que nos traen las ofrendas directas o indirectas como el placer, la riqueza, o los honores.

No es sin razón que los hombres parecen entender el bien y la felicidad partiendo de diversas perspectivas de vida. Así lo identifican con el placer, y, por eso, aman la vida voluptuosa.

La generalidad de los hombres se muestran del todo serviles al preferir una vida de bárbaros, disipados y lujuriosos pero su actitud tiene algún fundamento porque muchos de los que están en puestos elevados comparten los gustos del sapo del páramo, del vivaracho de la corrupción que cree que ha alcanzado la felicidad.

Entonces la Vida tiene un fin y eses fin lo construimos todos y cada uno de nosotros, con métodos, objetivos, formación, costumbres, cultura y espiritualidad al servicio o en desmedro de la humanidad.

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