Selección de personal / Rodrigo Fabricio Dávila

Columnistas, Opinión

Las organizaciones exitosas se caracterizan por contratar colaboradores cada vez más eficientes. La selección es realizada con principios científicos, buscando poner los ojos en los trabajadores adecuados, para los cargos adecuados. El proceso es bastante lógico, inicia con la necesidad de cubrir vacantes, el estudio mercado laboral y el reclutamiento. En esta fase quedan establecidas las fuentes para localizar a los candidatos potencialmente idóneos. La elección continúa con un sistema complejo de comparación entre aspirantes. 

Las hojas de vida pasan por una preselección y los postulantes que avanzan a la siguiente fase son entrevistados, rinden pruebas para valorar conocimientos y habilidades; desarrollo mental y aptitudes; rasgos de personalidad, carácter y temperamento; capacidad para trabajar en equipo; entre otras cosas. Muchas organizaciones tienen sistemas que exigen referencias personales, laborales, comerciales, financieras, exámenes médicos, pruebas físicas, antecedentes legales, pruebas de polígrafo y concursos de méritos y oposición. 

Los cambios vertiginosos en la sociedad exigen este rigor, jamás debe tomarse con ligereza la firma de un contrato de trabajo, bajo pena de reducir la productividad, afectar el ambiente laboral, causar dolores de cabeza a los directivos y hasta poner en riesgo operativo a las entidades que no gozan de una estructura administrativa sólida.

Al contrario del mundo empresarial, la democracia permite pasar por alto estos procedimientos, más de ochenta mil candidatos participarán en las elecciones seccionales del domingo a escala nacional. De acuerdo al Código de la Democracia, es necesario cumplir con los siguientes requisitos: participar en los procesos democráticos internos de cada partido o movimiento político; tener una edad mínima de 18 años; llenar los formularios de inscripción; entregar fotografías; presentar la cédula de ciudadanía y el certificado de votación; entregar un plan de trabajo; no tener contratos con el Estado; no tener sentencia condenatoria ejecutoriada por delitos sancionados con reclusión y no tener deudas pendientes por pensiones alimenticias. 

Los requerimientos, ni por sugerencia, insinúan méritos académicos, destrezas laborales, experiencia y, mucho menos, virtudes éticas.  Los ciudadanos deberán realizar todas las fases de selección y descubrir la idoneidad dentro de unas listas en la que están inscritos muchos afortunados de un reclutamiento democráticamente defectuoso. Es posible pensar que alguna parte del proceso está, democráticamente, mal planteada. (O)

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