Republica de leones / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

 

 

En el libro Inteligencia del Reino Animal, el autor Roy Hendon explica ideas interesantes, originales, muy curiosas, que intento resumirlas. Cuando un león consigue a su primera compañera –o compañeras- se ubica en una parcela sin dueño, donde procrea su familia. Para establecer la extensión de su territorio el león orina en la base de troncos de árboles y sobre otros vegetales. El olor característico, exclusivo de este león particular, es la cédula de identidad reconocida por todos los leones de otras comarcas.

El olor también establece la frontera del país. No hay necesidad de muros de concreto, de alambradas electrizadas. Si un león extranjero se atreve a invadir el territorio, corre el peligro de salir herido o muerto. El león original es el jefe de gobierno. Mantiene la seguridad y el orden internos, cuida la salud de los “habitantes”, los alimenta, los educa hasta graduarlos de cazadores profesionales. Todos disfrutan del buen vivir. El león no roba terrenos ajenos ni caza cien gacelas diarias para hacerse rico, sentirse rico. En su mundo no existe esa obsesión que es exclusivamente humana. ¿Leones demócratas?

De haber un atractivo universal en el término democracia porque aun sus destructores proclaman orgullosamente tener posesión de su espíritu. Lo cierto es que en el mundo de hoy, -en el mundo de siempre- desde que aparecieron las primeras ideas sobre democracia, se han presentado infinidad de variaciones entre las cuales hay, lamentablemente, constituciones y legislaciones corruptas, desembozadas o encubiertas, diseñadas y aprobadas por políticos obsesionados por desenfrenadas concupiscencia y el corto plazo. Excepto las democracias excepcionales como la de Finlandia por ejemplo, prueba viviente de que es posible estructuras políticas éticas dedicadas al bien común.

La primera democracia que la historia reconoce es la de Atenas en la que había algo peculiarmente demócrata: la rotación en los cargos públicos. Ellos crearon tantos cargos que prácticamente cada ciudadano se turnaba en uno de ellos. Para completar ese principio y otorgar a cada hombre igual oportunidad, Atenas decidió echar a la suerte la designación, el sorteo en lugar del voto.

Roy Hendon tiene una pregunta de fondo: “¿Se puede descubrir aspectos democráticos en la organización Republica de los Leones? … Yo creo que sí. De mi gasto agrego, ¿por qué los humanos no podemos asimilar y poner en practica veintenas de ejemplos ‘’positivos” sobre la organización y la honestidad del mundo animal? (O)

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