Rendición de Cuentas / Editorial

Editorial, Opinión

Entre los inventos de la revolución ciudadana durante la última década se creó la llamada rendición de cuentas, con el carácter obligatorio, para todas las instituciones públicas, a fin de que cada año ofrezcan a la ciudadanía la información completa y detallada de lo que habían realizado en beneficio de la comunidad.

El entonces Presidente de la República, en las más de quinientas sabatinas semanales, transmitidas por radiodifusoras y algunos canales de televisión, informaba al público los logros de su administración, en las cuales recibía sonoros aplausos de un público presente, cuya asistencia no era del todo espontánea, sino movida por otras razones, que las conocía el pueblo ecuatoriano. Jamás, por cierto, se refirió a los aspectos negativos y a la rampante corrupción que la conocía, pero la ocultaba con finalidad perversa.

Pasado poco tiempo ya se descubrió los enormes costos de tales sabatinas y los negociados de altos ejecutivos del propio gobierno. La investigación fiscal debe continuar sin demoras para conocer todo este entrabado de anomalías y corruptelas.

Mientras no sea derogado ese decreto de la Rendición de Cuentas obligatoria, la costumbre continuará. La inquietud surge porque, por lo general, la prensa escrita, de radio y de televisión, diariamente, cubre todas las realizaciones que cumplen las instituciones nacionales, provinciales, cantonales y parroquiales que llegan a la sociedad y otras.
La Rendición de Cuentas es una recopilación de la información anual del trabajo realizado por las Instituciones y que, con oportunidad, llegó al conocimiento del público. (O)

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