Qué vergüenza patria

Editoriales

Por: Dr. MSc. Washington W. Montaño Correa.

Que ahora el cuestionado ex presidente del IESS, se va de embajador. Que Estados Unidos, nunca dio el beneplácito para ser embajador a un oscuro y sinuoso ex funcionario del gobierno anterior. Que se brinde asilo político a un fulano, en nuestra embajada de Inglaterra, y quien reiteradamente denigró a nuestro país. Que un funcionario de alto rango, naturalizado ecuatoriano, renuncia diciendo una serie de sandeces, luego de haber melado desde el inicio del actual gobierno. Que otro funcionario, naturalizado ecuatoriano, reconozca que hicieron trampa para ganar las elecciones. Que los asambleístas verdes acepten que fueron engañados por el Vidrio, el avanza, primo, capaya; y de todos aquellos que metieron la mano al bolsillo de los ecuatorianos.

Que haya un vicepresidente sentenciado en la cárcel por actos de corrupción. Que haya funcionarios de los gobiernos que estén fugitivos por tráfico de influencias, concusión, cohecho. Que los ministerios se hayan transformado en sedes de política partidista, conminando a sus empleados a asistir a reiteradas marchas, so pena de sanción o despido. Que se haya gastado ingentes recursos del estado para contratar obras que salieron costando diez y más veces del presupuesto inicial. Que…y la lista sigue.

Se dice que la vergüenza es la emoción social por excelencia, que se dirige a sí mismo y se evidencia en la reprobación social. Ligada a la vergüenza hay conexión con otras emociones afines como el pudor, rubor, ridículo, sonrojo, bochorno, descaro o la timidez. La vergüenza, en varias de las ocasiones, es producto de la presión social que genera ansiedad en las personas, sacude sus emociones con demostraciones físicas como enrojecimiento de la cara, estancamiento vocal, sudoración excesiva, elevación del ritmo cardiaco y confusión o atolondramiento motriz.

Que como miembros de una sociedad que se guía por principios y valores; sabemos que hay actuaciones que van de acuerdo al rango, al protocolo, apegados a derecho o por lo menos al sentido común. Confiamos con nuestro voto a personas que consideramos tiene una sólida formación moral orientada al servicio social. El fracaso del gobernante es frustración para el votante y una vergüenza hacia el político que decepciona por sus malas acciones.

No podemos dejar de sentir vergüenza por situaciones indecorosas; y, máxime si lo cometen nuestros gobernantes de mentes lúcidas, corazones ardientes y manos limpias. Nuestra Patria, sufre la vergüenza de estos desaciertos, provocados por la megalomanía de sus gobernantes, funcionarios, empleados, afiliados y simpatizantes de una corriente populista que no termina de desgranarse y busca eternizarse en el poder; quienes sin rubor o recato alguno, cometen actos que nos abochornan cada vez más y nos encasillan en la banana republic, donde se cree que todo es jacarandoso. (O)